Hoy quiero compartir con vosotras un post que escribí ya hace unos cuantos meses, pero que nunca llegué a publicar no se muy bien por qué. Quizá fue por miedo, quizá por cautela, por evitar preguntas, por lo que sea que fuese ahí se quedó, en un borrador cargado de esperanza e incertidumbre.

A día de hoy puedo decirle a mi yo de hace casi un año: “estabas taaaan equivocada”. Y estoy feliz de poder hacerlo y de haber descubierto como, por mucho que pensemos que todo está escrito y que creemos saber cada detalle de lo que va a pasar, la vida nos sorprende una y otra vez.

Como os decía en el anterior post, estoy embarazada, y fue mucho más rápido y fácil de lo que jamás hubiese podido imaginar. Tened esperanza, luchad y llegará.

Os dejo con mi reflexión.

Y el hermanito ¿para cuándo?

La pregunta del millón. Y la verdad que es una pregunta fantástica de la que a mí me encantaría saber la respuesta. Ojalá pudiese decir: pues mira, para Mayo del año que viene. Pero no, es todo un poco más complicado, es lo que tiene la infertilidad.

Admiro, envidio y también “odio” un poco a todas esas parejas que quieren tener un hijo y les viene como caído del cielo al primer intento. No os molestéis aquellas que os sintáis identificadas, es un “odio” entrecomillado, relativo, un odio con un fondo de cariño, un odio sin maldad.

Ya os contaba un poco sobre esas sensaciones en un post anterior, pero ante la posibilidad de querer buscar un hermanito para Olivia, todos esos pensamientos vuelven a aflorar. Pensé que era algo que tenía superado, pensé que al haber conseguido ser madre una vez, esa negatividad interior por mi infertilidad había desaparecido, pero no. Solo estaba dormida a la espera de volver a aparecer con la idea de un nuevo embarazo en el horizonte.

Así que si, muchos miedos, muchas inseguridades, muchos interrogantes vuelven a aflorar, y creo sinceramente que es normal y estoy en mi derecho de que así sea, y quien me diga lo contrario que se ponga en mi lugar: casi dos años, tres inseminaciones, dos trasferencias de embriones y dos abortos bioquímicos para lograr un embarazo con final feliz.

Y si, el pasado, pasado está, pero forma irremediablemente parte de cada una de nosotras. Tengo que mentalizarme, cargarme de positividad, de buenas vibraciones, de paz, de tranquilidad, de paciencia. Tengo que mentalizarme de muchas cosas pero no obsesionarme con el tema. Tengo que hacerme a la idea de que volverán los negativos, las medicaciones, los pinchazos, las analíticas, las continuas visitas médicas y las ecografías.

Esta segunda vez creo que será diferente, quiero creer que más fácil, aunque en el fondo sepa que no será así. Ahora tengo a Olivia, ya conseguí ser madre y eso juega a mi favor. Mi cuerpo es capaz  y eso es algo que la primera vez no podíamos saber a con total seguridad.

Además, la tengo a ella y eso me da mucha energía. ¿Cómo puedo permitirme estar de bajón con esa sonrisa y esa lengua de trapo correteando por casa?, es imposible.

Así que una vez llegados a este punto, os pido que me enviéis todas vuestra energía positiva y buenas vibraciones, que recéis a quien más rabia os de, o que pongáis una velita a San Queráis. 

Comienza una nueva lucha.

¿Qué os han parecido mis pensamientos pasados? Espero que sean una ventana de esperanza para todas aquellas que están en su búsqueda.

 

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