Me sorprende mucho cuando escucho a mamás que sabían el nombre de sus futuros bebés desde que eran niñas. Yo nunca lo tuve claro, ni siquiera tuve claro si iba a tener hijos, mucho menos sus nombres.
Según he ido creciendo mis gustos en cuanto a nombres (y otras muchas cosas) han ido cambiando, ahora nunca llamaría a mi hija Vanesa o Rebeca por ejemplo. No por nada en especial, no es que no me gusten, pero no me llaman la atención tanto como lo hacían cuando tenía 10 o 12 años y se escuchaban mucho más de lo que se escuchan ahora.
Además, no pensaba en esos nombre como “el nombre de mis futuras hijas” más bien como el nombre de ese personaje al que jugabas a ser. Verónica, la chica súper guay y popular que montaba a caballo y se pintaba los labios con purpurina. Y si, mis muñecas tenían nombre, pero era eso, muñecas. En mi cabeza no eran “futuros bebés”.
De la misma manera, nunca pensé que tuviese una hija llamada Olivia o Telma. Creo que son nombres que nunca me había planteado antes de “la búsqueda”. No la búsqueda de embarazo, ni siquiera sabíamos si eso iba a llegar, sino de la búsqueda de nombre.
Ya os escribí un post sobre la elección del nombre de Olivia (link). El de Telma ha sido parecido pero diferente. ¿Os cuento?
¿Cómo elegimos el nombre y por qué?
El coche y los viajes a Burgos son nuestro sitio oficial de elección de nombres. En el caso de Olivia fue un “si” rotundo en cuanto se nos ocurrió (en realidad se me ocurrió a mí y al padre de la criatura le encantó). El de Telma tardó un poco más en cuajar, pero también nació en la A-1, en uno de tantos viajes a la ciudad del frío.
No pensamos demasiado en el tema hasta saber si era niño o niña, sobre todo porque en cuestión de nombres de chico se nos hacía imposible, no encontrábamos ni uno que nos medio encajase, así que para no hacer un esfuerzo en vano decidimos esperar.
En la semana 12 nos dijeron que no nos podían decir el sexo del bebé al 100% pero que “pintaba mucho a niña”. Así que a falta de confirmación unas semanas después, yo me puse a dar vueltas al tema y el padre de las criaturas se quedo a la espera de mis maravillosas opciones.
No encontré ningún nombre, que como con Olivia, la cabeza me hiciese “click”. Así que hice una lista de algunos que me gustaban y los compartí con el padre del las criaturas.
La conversación fue algo así:
– Emma
– No
– Greta
– No
– ¿No?
– No
– Malena
-¿Cómo Malena Gracia? No.
– Alegra
– No
– Telma
– Telma me gusta, ¿alguno más?
– Emma
– No
– ¿Camila, Gala, Vera?
– No
Concluimos por tanto que “por el momento” ese sería el nombre, Telma. A él le gustaba y además era uno de mis favoritos de la lista, pero seguíamos sin estar seguros al 100%, así que no se lo dijimos a nadie y quedamos en que seguiríamos mirando por si se nos ocurría uno que nos gustase más.
Pero el tiempo pasaba y Telma se fue posicionando como la mejor opción, no encontrábamos ninguno que le superase, y conforme más lo repetíamos, más nos gustaba. Poco a poco empezamos a dejar de llamarla “el bebé” y sin darnos cuenta comenzamos a llamarla Telma.
Y ya no hubo marcha atrás, sin darnos cuenta habíamos elegido el nombre. Un nombre diferente, sonoro, con personalidad, que nos encantaba y que nos suena muy bien pronunciándolo junto al de Olivia. Olivia y Telma mola.
Y este último factor, aunque parezca una tontería, a mi me parece fundamental. Que los nombres entre hermanos “peguen”, que vayan en la misma línea. Tanto si son clásicos (Carlos y Manuel, Pelayo y Cayetana, María y Lucía…) como si son más modernos creo que tienen que ir un poco en consonancia.
Imaginaos un ejemplo:
– Hola ¿Cómo te llamas?
– Zoe
– ¿Y tu hermano?
– José Antonio
A mí se me hace raro. Que oye, seguramente sean chorradas mías, pero me rechina. ¡Qué le vamos a hacer!.
Total, que esa fue más o menos la manera de elegir el nombre de Telma. Nada de herencias familiares, ni significados profundos. Al igual que ocurrió con el de Olivia es más un tema de sonoridad y gusto que cualquier otra cosa. ¡Ah! Y de no conocer a nadie con ese nombre que “condicione pensamientos”. No sabes la cantidad de gente que te cae mal hasta que tienes que elegir el nombre de tus hijos…