Aquel 8 de Octubre teníamos monitores y revisión con mi ginecóloga del privado. Ese viernes cumplíamos 39 semanas y sobre la mesa estaba la posibilidad de, en función de como estuviese el tema,  hacer un tacto que “acelerase un poco el proceso”. Era algo que se había planteado en aquella misma consulta el viernes anterior al cumplir 38 semanas, pero a mi me pareció demasiado precipitado. Consideré que era demasiado pronto. Además me habían dado la baja laboral ese mismo día y necesitaba unos días para descansar y coger fuerzas para lo que venía. Un par de semanas de todo el relax que se puede conseguir con 2 terremotos en casa era lo que yo tenía en mente.

MONITORES Y CONSULTA CON NUESTRA GINECÓLOGA

Ese día 8 los monitores no reflejaron nada. Mauro estaba super dormido y estuvimos un rato largo hasta que se espabilo (con Donut incluido) y la gráfica marcó algo que satisficiese a la enfermera que nos atendió. Contracciones, ni una. Después de mucho pensar toda la semana, decidimos que la ginecóloga echase un vistazo sobre el estado del cuello de mi útero y la dilatación y si procedía “animase un poco la cosa”. Cuello borrado al 80% y 3 centímetros de dilación. “Si pudieses dar a luz aquí, te ingresaba ahora mismo y tenías a tu bebé en 4 o 5 horas”, me dijo mi gine. (Aclaro que no podía dar a luz a través de mi seguro privado porque fue contratado 2 meses después de quedarme embarazada y el periodo de carencia no cubría el parto. Debo aclarar también, que el anterior seguro médico lo cancelamos 20 días antes de quedarme embarazada porque, palabras textuales, “no lo íbamos a necesitar”. Reírse por no llorar).

Tal y como se encontraba mi cuello del útero y la dilatación, fue más que suficiente para hacer ese “tacto activador”. Serían las 11 y pico de la mañana. “¿Y cuándo se pondrá de parto? ¿Y si vamos al hospital tal y como está la dejarán ingresada?” Esas eran algunas de las preguntas de Sergio quien quería tener todo bajo control. Obviamente, esas preguntas no obtuvieron una respuesta concreta, así que con las mismas nos fuimos para casa.

DISCUSIÓN DE CAMINO A CASA

En el camino de vuelta a casa discutimos. Discutimos mucho. Sergio quería ir al hospital tal cual estaba la situación hasta ese momento para ver si me ingresaban y poder tener la situación controlada. Poder llevar a las niñas con mis suegros tranquilamente y tener tiempo de sobra para que me pusiesen el antibiótico para el estafilococo que había salido positivo unas semanas antes. Pero yo, que no tenía ninguna contracción, no quería ir a ninguna parte. No estaba de parto, y yo quería dejarlo fluir. Él era la razón y yo el corazón.

Uno de nuestros mayores miedos era que el parto fuese muy rápido. Con Telma, a pesar de ser un parto inducido, llegué dilatada de 5 centímetros y tardé menos de hora y media en dar a luz. Teniendo en cuenta que para el antibiótico del estreptococo necesitaba al menos un par de horas de margen, todo debía ser mas lento. Además debíamos tener en cuenta, que teníamos 2 niñas en el cole que había que recoger y colocar antes de irnos al hospital.

Cuando llegamos a casa serían casi las 12 y me puse a hacer la maleta para las niñas con eso de “por si acaso” en mente. Hice la maleta como mala leche, estaba enfadada. Podría estar haciendo la maleta o pegándome con ella. Y de repente sentí una contracción muy potente. Me asuste, me sorprendí y la ignoré. Antes de terminar las maletas, tuve otra contracción. No tarde más de 10 minutos en hacerlas. Echad cuentas.

CUANDO TOCÓ COMENZÓ

Eran las 12:23 cuando hice un par de vídeos para unos stories en Instagram y tuve otra contracción, más dolorosa. Avisé a Sergio. Estaba empezando a pensar que quizá estaba poniéndome de parto, pero yo todavía  muy incrédula estaba en modo relax total. Pero Sergio no. Él parecía que viese en mi lo que yo no era capaz de ver. “Voy a avisar a mis padres que estén pendientes por si acaso” me dijo. “¿Avisamos al cole de Olivia para que la prepare y vamos a recogerla?” me pregunto. “No hace falta” contesté yo.

Telma sale de la escuela infantil a las 12:45 así que era hora de ir a por ella si o si. Tardamos en ir a por ella 3 minutos en coche y yo tuve otra contracción. Llegamos un poco antes y mientras esperábamos, yo tuve otra contracción. Entramos a por ella, la recogimos, y yo tuve otra contracción. “Voy a llamar al colegio de Olivia para que la preparen y vamos a buscarla” dijo Sergio. “Tenemos tortilla en casa, comemos y vamos a por ella” dije yo. “Ni de coña, has tenido 3 contracciones en nada de tiempo. Vamos a por Olivia”. Contesto él.

De verdad que no tenía la sensación de estar de parto. Ahora lo pienso y ¡joder, claro que lo estaba!. Pero jamás pensé que todo fuese a ir tan rápido. Fuimos a por Olivia y en el camino Sergio llamó a sus padres para decirles que fuesen al hospital. Llegamos al cole, Sergio entro corriendo y salió de la misma manera con Olivia en brazos. Eran las 13:00h. y yo no paraba de pensar “¿por qué tanta prisa?”.

Volvimos a casa a por las bolsas del hospital y la maleta de las niñas. Mientrás Sergio subió a por todo, yo esperé en el coche con las niñas. Mejor no moverme por si acaso. Telma se quedó dormida y yo tuve una conversación guay con Olivia sobre lo que estaba pasando.

CAMINO DEL HOSPITAL

Cuando cargamos el coche e íbamos hacia el hospital, empecé a creérmelo. Tuve unas cuantas contracciones y ya eran muy, muy dolorosas. Cuando llegamos, mis suegros estaban allí, esperándonos. Conforme me bajaba del coche tuve una contracción, cuando cogí a Olivia del coche, otra. Recuerdo a una chica sentada en la acera fumándose un cigarrillo que me dijo algo como “pero ve entrando que lo vas a tener aquí mismo”. Y yo en mi línea le dije “jaja, no, hombre no, tranquila”, como si aquello fuese para largo. Terminamos de sacar a las niñas del coche y antes de subirlas en el de mis suegros les di mil besos y abrazos, cogí a Telma en brazos y la achuché bien fuerte. Ella estaba enfada porque la habíamos despertado. Me arrodillé frente a Olivia y la espachurré todo lo que pude. Y… “¡Ay la foto!, Nuestra última foto siendo 4!” Yo a mi ritmo, con mil contracciones pero sin prisas, necesitaba esa foto y se hizo.

Sergio y yo entramos por urgencias al hospital con todos los bártulos, nos dieron el típico papelito y nos sentamos a esperar. Creo que llevaríamos 5 minutos sentados, el equivalente a 3 contracciones, cuando Sergio volvió a la ventanilla para avisar de lo urgente de la situación. Le indicaron que llamase a la puerta de la sala de triaje para ver si podían atendernos. Cuando llamó, entramos del tirón, porque quien estaba allí dentro no estaba atendiendo a nadie. Me sentaron en una silla de ruedas, me tomaron la tensión y llamaron al celador para que me llevase directamente con la matrona. Serían las 13:50h. aproximadamente.

QUIERO LA EPIDURAL Y ANTIBIÓTICO APRA EL ESTREPTOCOCO

Cuando llegamos a la puerta, Sergio tuvo que quedarse fuera. Protocolo Covid. La matrona miró mis papeles del embarazo y me hizo algunas preguntas que no recuerdo. Lo que si recuerdo es haberle dicho 2 cosas muy claras en ese momento: “quiero la epidural y di positivo en el exhudado del estreptococo”. Ella ordenó que avisasen al anestesista y preprasen el antibiótico lo antes posible. En ese tiempo tuve otras 2 o 3 contracciones y aunque ella me indicó que me iba a hacer un tacto para ver como iba, también me dijo que era más que evidente que estaba de parto. Tenía el cuello totalmente borrado y 5cm de dilatación. Me levanté de aquel potro y tuve una contracción brutal. Cuando terminó me metieron un bastoncillo por la nariz hasta el mismísimo cerebro para  ver si en ese momento tenía Covid o no. Lo que viene siendo la típica PCR de rigor, protocolo Covid nuevamente. Me dieron un camisón y me metí en un aseo para quitarme mi ropa, pendientes, anillos y demás. Todo menos la mascarilla. Recuerdo verme reflejada en el espejo de aquel aseo intentando darme toda la prisa posible, teniendo una contracción muy dolora, desnuda, con mi mascarilla. Me puse el camisón y salí de aquel aseo.

Por fin dejaron pasar a Sergio y nos llevaron a la sala de dilatación-paritorio. Me tumbaron en la cama y Alicia, la matrona, apareció casi al instante. Serían las 14:05 más o menos cuando me volvió a tocar, 7 centímetros de dilatación. En ese momento me dijo que no iba a dar tiempo a la epidural,yo pensaba que me moría y le lancé una mirada de odio profundo (ella misma me lo dijo cuando todo acabó). Tenía muchísimos dolores, sentía que me partía por la mitad, contracciones continuas que hacían que mi cuerpo ardiese, en trance. La matrona me indicó que me pusiese de lado y que me sujetase la pierna que no apoyaba en la camilla (lo de tener que sujetarme la pierna superior yo misma, me dio una pereza horrible). Me tumbé sobre mi lado izquierdo y sentí como volvía a hacerme otro tacto.

Y LLEGÓ LA HORA DE EMPUJAR

Poco después Alicia me dijo: “si el cuerpo te pide empujar, empuja”. Y a mi, mi cuerpo no se si me pedía empujar, pero si me pedía terminar con ese dolor, así que empujé con todas mis fuerzas sujetándome la pierna derecha  a la altura de la rodilla tal y como me había indicado la matrona. Con la siguiente contracción empuje aún más fuerte y la bolsa se rompió, sentí como explotaba y el líquido amniotico salió disparado de mi cuerpo. Fue una sensación absolutamente brutal y lo único que me salió fue decir “¡qué fuerte!”. Empujé una vez más mientras sentía que moría de dolor. Grité  “¡no puedo!”.

Y al parecer la matrona estaba segura de que si. Hubiese jurado que mi cuerpo se había dividido en dos. El dolor me estaba bloqueando y no podía permitirlo, sabía que ya quedaba poco. Empujé otra vez mientras salía de mi garganta un grito que debió escucharse en medio hospital. Yo paro chillando, es así, como en las películas, a lo bestia. Otro empujón brutal y cuando fui a bajar la pierna que sujetaba con mi mano derecha, no pude. La cabeza de Mauro estaba ya tan fuera que no pude bajar la pierna. “Chilla si te hace falta” me dijo Alicia. Así que empujé y chillé, empujé muchísimo y chillé aún más. El cuerpo me quemaba, me ardía, el aro de fuego que lo llaman. Y de repente, pop. Si, como cuando le quitas el corcho a una botella, de repente los dolores desaparecieron, de repente esa presión absolutamente brutal que sentía hacía a penas un segundo había desaparecido. Y entonces un bebé lloró y colocaron a Mauro en mi pecho, y Sergio lloraba, y yo pedía una foto. Soy así, no lo puedo evitar. Eran las 14:26h. aunque Sergio dice que cuando salió, el reloj del paritorio marcaba las 14:25h. También dice que estaba adelantado con respecto al de su teléfono, así que no tenemos muy claro a que hora exacta nació Mauro. Tampoco sabemos si peso 3,305 Kg ó 3,335 Kg. Lo único que hay claro es que midió 50cm y que era un bebé precioso.

MAURO, BIENVENIDO AL MUNDO

La placenta salió al rato, entera, sin problemas. Aquella que había cuidado y protegido a mi bebé durante esos 9 meses, unida a él por un cordón que llamó la atención a la matrona por su grosor. Y yo me encontraba genial, tan a gusto, sin dolores, que podría haberme levantado en ese mismo momento, cogido a nuestro bebeé y haberme ido casa tranquilamente caminando.

Y así llegó Mauro al mundo, sin comer tortilla de patata, sin que yo pensase que iba a llegar, sin que diese tiempo a que el antibiótico hiciese efecto, sin epidural, sin oxitocina. Según Sergio con 3 empujones y medio, según recuerdo yo, alguno más. Con las niñas en el coche de mis suegros, sin que les diese tiempo a llegar a su casa. Con mascarilla. Con tanto dolor como amor nos ha traído.

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