Si has estado o estás embarazada seguramente hayas tenido momnesia sin saber que lo que te pasaba tenía nombre. Este tipo de amnesia está presente entre el 50% y el 80% de los embarazos, así que si se te olvidan la mitad de las cosas (o más), no te preocupes, es algo muy normal.
Antes de estar embarazada, me daba mucha rabia ir a la cocina y no conseguir recordar para que había ido. Durante mi embarazo, no me quedó otra que aceptar que eso iba a ser el pan de cada día. Seguramente te sientas muy identificada con esta situación, y si no has estado embarazada, pero es algo que tienes en mente, prepárate para esos pequeños olvidos constantes.
A lo largo de esos 9 meses, muy a menudo le comentaba a mi pareja que me estaba quedando “lela”, y es que los olvidos y despistes eran continuos. Cierto es que lo mío viene de serie, y que ya antes del embarazo, esos despistes formaban forma de mi forma de ser, pero durante esas 39 semanas largas, todo se potenció llegando a niveles insospechados, tenía la sensación de que Olivia estaba absorbiendo todas mis neuronas.
Dicen los especialistas que hay una base científica y que los altos niveles de diferentes hormonas como la prolactina, el estradiol o la progesterona afectan directamente a la atención y la memoria de la madre, siendo los responsables de nuestra momnesia.
¿Qué pasa con la momnesia cuando damos a luz?
No penséis que una vez que hemos dado a luz todas nuestras facultades volverán a ser lo que eran, habrá que esperar entre seis meses y un año para que las hormonas se restablezcan y, en teoría, todo vuelva a la normalidad. Y digo “en teoría”, porque las “secuelas mentales” de mi embarazo siguen ahí.
No sé si tú tendrás la suerte de haber recuperado, lo que las hormonas te quitaron, yo creo que mis hormonas fueron como una especie de comecocos que arrasaron por donde pasaron e hicieron que no volviese a crecer la hierba.
Soy un caos. Sí, soy un caos total. Y es que lo que no hacen las hormonas o la momnesia, se encargan de hacerlo las tropecientas mil cosas que tengo en mente y que no me dejan pensar con claridad.
Dicen que la mujer cuando se convierte en madre se vuelve más inteligente, que agudiza sus sentidos y es capaz de realizar más tareas al mismo tiempo con el objetivo de cuidar y sacar adelante a “sus cachorros”. De eso no me cabe duda. Me rio de mi yo del pasado cuando decía que no tenía tiempo.
No obstante, creo que ese objetivo único de cuidar a nuestros bebés, hace que nuestro cerebro cree una especie de “lista de preferencias”, desechando pensamientos superfluos que considera secundarios.
Y entonces es cuando yo le digo a mi cerebro: Me parece bien, establece una jerarquía de preferencias pero, ¿es necesario que cada vez que voy al supermercado se me olvide una de las cosas que era imprescindible en mi lista de la compra?, ¿es imprescindible que se me pase coger el abrigo cuando hace un frío del copón o que se me olvide el cumpleaños de todo el mundo? Vale, lo de los cumpleaños, ya me pasaba antes, pero… ¿y lo de guardar las toallitas en el frigorífico? ¿Es necesario? ¡Momnesia, ya te vale!