test de tira

Primer día de falta. Un test de embarazo. Dos rayitas rosas. El principio de una aventura.

Y así fue, podría adornarlo y contaros una película preciosa con lágrimas y saltos de alegría, pero no fue así. Fue más bien un: genial, el primer paso está dado, seamos cautos, veamos que pasa y como va evolucionando el tema.

No era la primera vez que veíamos esas dos rayitas y no queríamos hacernos demasiadas ilusiones. Estábamos muy contentos, eso es innegable, pero también estábamos real y literalmente acojonados, no queríamos llevarnos otra decepción, así que tocaba esperar. Yo en mi papel de embaraza paranoica comencé a hacerme tests como si de una yonki se tratase, esa era mi droga, hacer pis en un palito. Muy perjudicial no puede ser, pensaba yo. Me hice el clásico de farmacia, el digital y todos los test de tira que cayeron en mis manos. De estos últimos compré un arsenal para tener suficientes durante el tiempo de búsqueda y una vez vimos aquel positivo, se convirtieron en mis grandes aliados. Yo sólo quería ver como esa segunda rayita iba oscureciendo día a día y confirmar que la hormona del embarazo iba creciendo, sinónimo de que el embarazo iba evolucionando.

Total, que me tire unas dos semanas haciéndome test de tira todos los días y mirándolos minuciosamente para ver si el tono de la rayita había oscurecido lo suficiente desde el día anterior, siempre por supuesto, desde mi criterio personal, que seguramente era un criterio sin ningún criterio. Nota: No fiarse de todo lo que dice google.

Durante los últimos días de esas dos semanas, la rayita apenas se oscurecía, algún día me parecía percibir que incluso era algo más clarita que el día anterior, mi paranoia estaba aumentando y yo cada vez estaba más negativa pensando en que aquello no iba bien. Mi adicción a los test de tira me estaba ganando la batalla, así que al cumplir las 6 semanas y con el modo embarazada loca en modo super ON decidí que era el momento de terminar con ese bucle auto deprimente en el que me había metido.

Faltaba sólo una semana para nuestra primera visita al ginecólogo donde podríamos confirmar si realmente había algo o no había nada, si “el bicho” estaba ahí o no, así que le pedí a mi chico que me escondiese los test de tira que me quedaban. Había que cortar por lo sano y yo sabía que no iba a ser capaz sola.

Sé que suena un poco heavy, un poco extremista, pero os aseguro que no soy ni la primera ni la última a la que le pasa esto, soy “una mamá del montón” y así es como empezó este embarazo, con uno, dos, tres… infinitos tests positivos y mucho miedo.

promo-image