estrias

Las estrías son uno de los principales enemigos de las embarazas. Esas incómodas rayitas que un día aparecen y de las que difícilmente podremos librarnos.

Su origen está claro, el rápido estiramiento de la piel produce su rotura y las estrías son la consecuencia directa. Es en el embarazo, uno de los momentos cuando las estrías suelen hacer su aparición por todo lo alto. El crecimiento de la barriga acompañado de un aumento de peso, normalmente bastante notable, hacen que esas incómodas amigas se manifiesten en nuestra piel de una manera que normalmente preocupa.

No quiero ser frívola, obviamente las estrías son algo totalmente circunstancial en lo que a intranquilidades durante el embarazo se refiere. Son algo secundario, terciario, la cola de nuestras preocupaciones, pero ahí están y, al igual que muchos otros temas, quiero dedicarles su espacio.

Como dice mi madre, tengo mala piel. Hay otros aspectos con los que la naturaleza ha sido generosa, como por ejemplo mi maravilloso metabolismo, pero quién sea que se debía de encargar de la calidad de mi piel, debía estar de vacaciones aquel día.

Nunca he tenido cambios de peso radicales. Los cambio más bruscos los sufrí durante mi adolescencia, y tampoco fue un proceso de un día para otro. Aún así, tengo algunas estrías en el culete que, aunque imagino que salieron en aquella época, tampoco tengo la certeza absoluta de cuando aparecieron. El caso es que están ahí, mi piel es mala, y a parte de otros efectillos que ahora no vienen al caso, también tiene alguna estría en determinadas zonas sin que exista un motivo demasiado aparente.

Por todo esto siempre pensé que el embarazo iba a ser el origen de una carreta de estrías que se extenderían por todo mi cuerpo. Mi lucha empezó pronto, decidí prevenir antes que tener que curar. Me informe a cerca de los productos más recomendables, lo que la gente consideraba más eficaz, leí artículos, blogs, foros, pregunte a personas de mi entorno, me doctoré en lo que a remedios anti estrías se refiere. En toda esta búsqueda, leí una misma afirmación en varias ocasiones que no me gustó ni un pelo: “Se haga lo que se haga, si la piel tiene tendencia a las estrías, éstas saldrán inevitablemente”. ¡Mierda! ¿En serio?. Me negué a aceptarlo y comencé con mi plan de ataque.

Lo primero fue mentalizarme de que tenía que ser constante. Es una cosa que a mi me cuesta muuucho. Soy muy dejada para estas cosas. Lo de echarme la cremita todos los días, ya sea facial, anticelulítica o lo que toque… siempre lo cojo con muchas ganas, pero a los 2 días ya se me ha pasado.

Pero esta vez no podía fallar, tenía que hacerlo todos los días. Así que dado que iba a tomármelo en serio, pensé que cuanto antes mejor. A penas había cumplido dos meses de embarazo cuando decidí mi plan de acción.

En base a toda la información que había recopilado en lo que a cremitas para las estrías se refiere, durante las 2 primeras semanas comencé echándome aceite de almendras. Todavía no había crecido la barriga, así que consideré que era suficiente para empezar a hidratar. No obstante, no terminaba de convencerme, tenía la sensación de que no se absorbía, o al menos no lo suficiente. Me parecía que a parte de mancharme la ropa, el aceite de almendras no me estaba aportando mucho más. Subí por tanto, un escalón más.

A partir del tercer mes empecé a echarme Nivea. Si, la del bote azul de toda la vida. Había leído maravillas sobre su poder antiestrías. Debido a su ultra pastosidad es mega hidratante, y esa extra hidratación es lo que evita las estrías. Nunca me han gustado las cremas de este tipo, me resultan incomodísimas, a mi me gustan los productos que se absorben al instante, y esta crema, como todos sabemos, es todo lo contrario. No obstante, la ocasión lo merecía y yo comencé a bañarme en Nivea. Por aquella época ya empezaba a hacer calor y eso ayudaba a que la crema estuviese más “blandita” y se esparciese mejor ¡Bendito verano! Además, en los meses siguientes, con el tema del piscineo y la playa, no se al resto del mundo, pero a mi me da menos pereza, el cuerpo me pide hidratación.

Y así fueron pasando los meses hasta llegar a mi séptimo mes de embarazo. Mi barriga crecía y yo me untaba Nivea todos lo días como si no hubiese un mañana. Había conseguido ser constante y parecía que estaba consiguiendo resultados. Hasta que… ¡Oh my God!, ¿Qué era eso que me estaba saliendo alrededor del ombligo?. Eran unas cositas rojas que podrían ser estrías aunque no lo tenía del todo claro. No obstante no me iba a quedar mirando esperando a que aquello creciese o se intensificase. Activé el nivel 3 de alerta y combiné todos los productos que había oído que podían funcionar, así que durante los 2 últimos meses el plan de ataque consistía en lo siguiente:

Me duchaba con un gel de Argán de Deliplus específico para pieles muy secas. Cuando salía de la ducha me aplicaba la crema hidratante de la misma línea. Crema corporal hidratante de Argán de Deliplus aplicada con muchas ganas y alegría en la barriga, costados y la zona lumbar. A continuación me ponía un poco de aceite de almendras y seguidamente la crema Nivea. Me la esparcía bien y en cantidad para que penetrase todo lo posible y me dejaba un círculo blanco sin esparcir demasiado alrededor del ombligo, la zona que más me preocupaba. Toda esta parafernalia la llevé a cabo todos los días durante los 2 últimos meses.

¿Cuál fue el resultado? A día de hoy, mes y medio largo después de dar a luz puedo decir que no tengo estrías. No sé si fue por alguno de los productos que use o por la combinación de todos. No sé si es que la piel de mi barriga no es tan mala como la del resto de mi cuerpo o simplemente tuve suerte, pero la realidad es, que por una razón u otra, las estrías no dejaron su huella en esta mamá del montón. El tema de la flacidez… ya es otra historia.

¿Y vuestra lucha contra las estrías cómo fue?

 

 

 

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