Nuestra lucha con Olivia y el sueño comenzó desde el minuto uno. La primera noche en el hospital lloró mucho y durmió muy poco.  Esa noche lloró por sus doce meses de vida siguientes, en los que ha llorado muy poco, y durmió horriblemente mal, tan mal como sigue haciéndolo a día de hoy.

Tuvimos un par de meses de tregua en los que nos engañó, haciéndonos creer que su sueño había cambiado y que iba a convertirse en un “bebé dormilón del tirón”, pero se quedo en eso, en una pequeña tregua de la que ya apenas nos acordamos.

Uno de los primeros problemas de sueño que Olivia tuvo fue el famoso sueño cambiado. Bebés que duermen más de día que de noche, que quieren descansar a deshoras y estar de fiesta cuando toca dormir.

Con Olivia fue algo que vivimos en nuestras propias carnes y que solucionamos tomando una serie de medidas que os quiero contar más adelante. Muchas de las cosas que hemos intentado para que duerma mejor no nos han funcionado pero en el caso del sueño cambiado vimos resultados muy rápidamente con los truquillos que encontramos leyendo un poco de allí y escuchando un poco por allá.

Debemos tener en cuenta que los bebés cuando están en nuestra barriga no tienen horarios, no hay día ni noche, viven en una situación de confort permanente y van totalmente a su bola, así que cuando salen al exterior es normal que les cueste adaptarse a ciertas rutinas y que tengan el sueño cambiado.

En cuanto a mis recomendaciones, voy a empezar por lo que no aconsejo hacer, porque aunque en el caso de un adulto puede tener mucha lógica, cuando hablamos de bebés el pensamiento lógico cambia, ellos funcionan de otra manera. Lo primero que pensamos nosotros  fue que si dormía menos por el día y estaba más cansada, dormiría mejor por la noche.

Es algo que puede funcionar a partir de ciertos meses o el año, pero que se puede convertir en una experiencia muy poco positiva cuando hablamos de un bebé de pocas semanas o meses. Lo que intentamos fue aguantarla un poco más despierta, nada extremo porque un bebé necesita dormir tanto como comer, y éramos muy conscientes de la importancia de su descanso para un correcto desarrollo. Sin embargo, sí que intentamos suprimir una de las siestas más tardías para que se durmiese más rápido y mejor llegado el momento.

Como os he dicho fue un fracaso absoluto, el tiempo que intentamos mantenerla despierta, estuvo muy irritable e incómoda, así que cuando llegó el momento de dormir estaba tan cansada que no conseguía relajarse. Estuvo toda la noche muy inquieta, durmiendo (o no durmiendo) igual o peor de lo que ya lo hacía.

A partir de ahí nos informamos, preguntamos, leímos y pusimos en práctica 3 cambios que nos ayudaron muchos a corregir el sueño cambiado de Olivia.

CONSEJOS PARA CORREGIR EL SUEÑO CAMBIADO DE UN BEBÉ

  • Rutinas: Establecer unas rutinas saludables es importantísimo para el desarrollo de los bebés. Necesitan rutinas para su crecimiento y su desarrollo, así que si queremos que nuestros hijos entiendan la diferencia entre el día y la noche, debemos seguir todos los días la misma rutina de paseos, baños, juegos etc. para que poco a poco entiendan cuales son las horas de estar despiertos y cuál es el momento de irse a dormir. No será algo que interioricen inmediatamente, pero siendo contantes conseguiremos grandes resultados.
  • Luz y oscuridad: Para los adultos diferenciar el día de la noche es muy sencillo, pero no nacimos sabiéndolo. La principal característica por la que los distinguimos (al menos en nuestro país) es la luz. Es algo evidente que por el día hay más claridad y por la noche esa luz desaparece y llega la oscuridad. Es nuestra labor enseñarle eso a nuestros bebés y crear asociaciones de manera que entiendan que cuando hay luz es el momento de jugar y echarse siestas, y que cuando esta desaparece es el momento de dormir. De esta manera podemos ayudar a modificar el sueño cambiado de nuestros bebés. Lo que nosotros hacíamos era mantener las persianas bien abiertas durante el día para que entrase mucha luz en casa (hay que tener en cuenta, que Olivia nació en Diciembre y que con días nublados y de lluvias, la claridad no es tanta como si hubiese nacido en Agosto. De ahí que subiésemos persianas como si no hubiese un mañana aún viviendo en un piso muy luminoso). Aprovechando esa claridad “jugábamos” con ella y se echaba sus siestecillas. Cuando llegaba la noche se acababa la actividad, llegaba el baño y la hora de irse a dormir. Se trataba al fin y al cabo, de establecer asociaciones de las rutinas de las que os hablaba anteriormente, al día y la noche.
  • Asociación de lugares: Del mismo modo que ocurre con la diferenciación luz-oscuridad, podemos diferenciar el sueño del día con el sueño de la noche por el lugar donde se duerme. Para solucionar el sueño cambiado de Olivia, comenzamos a hacer las siestas en el salón y el sueño nocturno en la habitación. De esa manera apoyábamos la teoría de diferenciar el día de la noche: “las siestas se hacen de día y con luz en el salón y cuando es de noche y hay oscuridad se duerme en la habitación”. Parece una tontería, pero funciona, o al menos con Olivia lo hizo.
  • Ruido y Silencio: Por último y ligado también a la teoría de las asociaciones quiero hablaros de los ruidos. Por el día hay ruido y por la noche hay silencio, ese era nuestro mantra. Las siestas de día las hacíamos con la tele encendida, música o el ruido de la lavadora. En cambio por la noche todo eso desaparecía para dejar paso al silencio. Una manera más de establecer asociaciones.

Poco a poco y sobre todos siendo constantes conseguimos solucionar ese caos de sueño que tenía Olivia. No recuerdo cuanto tardamos en que el sueño cambiado de Olivia se corrigiese pero no tengo en mente que fuese algo demasiado eterno. Espero que mi experiencia os ayude con vuestros bebés-buho y que podáis descansar mejor.