Es curioso lo rápido que se nos olvidan algunas cosas y lo que perduran otras. El otro día colgué una foto en Instagram con un mono anudado al pecho (podéis ver la foto en la portada de este post). Es bonito, pero desde mi punto de vista actual no es (o era) apto para madres.

Yo me lo sigo poniendo porque me encanta, y aunque corro el riesgo de algún día de estos enseñar más de la cuenta, no tengo intención de dejar de ponerme algo que me gusta porque tenga que andar corriendo, agachándome o cogiendo a Olivia en brazos.

A veces, nosotras como madres nos limitamos, comenzamos a vestir de manera “cómoda” y nos dejamos ir. Que oye, si es lo que apetece, fenomenal. Pero a veces llega un día en el que te miras en el espejo y piensas ¿en que coñ* me estoy convirtiendo?.

Yo, que antes de la maternidad podía tirarme horas arreglándome, maquillándome, pintándome las uñas, eligiendo modelito para salir a dar una vuelta y disfrutaba muchísimo de esos momentos… ahora voy con mi moño a todas partes y a penas me miro al espejo; y cuando lo hago ¡Oh, dios mío!, ¡Vaya cejas! ¿Cuándo fue la última vez que me las depilé?. Ni me acuerdo.

Pero no, no debería ser así, a menos que queramos que sea así, y yo no quiero. Porque me gusta arreglarme, me gusta dedicarme tiempo, me gusta que mis cejas estén depiladas y mi pelo, suelto o recogido, no tenga enredones como melones.

Una de vosotras, cuando le comenté que el mono que llevaba en la foto no era apto para madres, me dijo ¿cómo que no? ¡Es perfecto para dar el pecho!. Y mira por donde tenía razón. Resulta que no solo es que sea apto para madres, sino que es una de esas prendas que yo, hace poco más de 5 meses, buscaba en las tiendas para poder dar el pecho sin tener que despelotarme en exceso.

Resulta que esa prenda que yo misma califique “no apta para madres” por su capacidad de exhibicionismo involuntario, es en realidad perfecta para nosotras, tanto si damos el pecho como si no. Es perfecta para mí porque me hace sentir bien, me hace sentir guapa, es muy yo, mi yo de siempre, mi yo de antes de la maternidad, y eso está bien porque ahora soy muchas más cosas que antes, pero también quiero seguir siendo yo.

Así que si, la idea es esa, seguir siendo nosotras. Ser madres y mujeres que se ponen o dejan de poner lo que quieran independientemente de la maternidad. Independientemente de si hay que agacharse o corretear. Porque si aquel señor puede enseñar su “hucha” mientras anda por la calle o medio culo cada vez que se agacha, no pasa nada si en un momento dado a mí se me ve un poco más de lo que era mi intención.

Recordad, en ocasiones lo que pensamos que es un no, a veces es un quizá y otras un sí rotundo. Seamos madres y mujeres.

¿A vosotras también os ha pasado? ¿Seguís vistiendo y sintiéndoos igual que antes de ser madres?

promo-image