No debería ser un tema del que hablar. Deberíamos ser capaces de actuar como una especie de club mundial de madres en las que todas nos apoyásemos las unas a las otras. Tristemente, por algún motivo que desconozco, nos empeñamos en ponernos trabas continuamente.

Veo diariamente críticas de madres a otras madres en redes sociales. Los motivos de crítica los hay de todo tipo. Puede ser por temas relacionados con la lactancia o con la alimentación en general, por como llevamos o dejamos de llevar a nuestros hijos en el coche (la famosa rivalidad entre ir a favor de la marcha o a contramarcha), por mostrar mucho o poco a nuestros bebés en redes sociales, por si se está porteando bien, mal o regular, las cremas utilizadas, la manera de dormirles, de bañarles, de hablarles, de educarles, y etcétera, etcétera, etcétera.

Podría seguir enumerando motivos de crítica hasta casi el infinito. Es realmente increíble los límites a los que llega… diría que el aburrimiento, pero no estoy segura del motivo de esas críticas. Tengo claro que no se ofrecen como una ayuda o de manera constructiva. Eso se ve a leguas. Me atrevería a decir que a veces da la sensación de tener un trasfondo de envidia.

El otro día ya fue la repanocha, la gota que colmó el vaso, el último impulso para escribir este post. La que le liaron a una mamá en Instagram porque iba a empezar, por recomendación de su pediatra, a introducirle la fruta a su bebé de cinco meses. ¡Sacrilegio! Que si estaba cargándose la lactancia de su bebé, que si era demasiado pronto para introducirle la fruta, que si no lo estaba haciendo bien… Supongo que todas esas “opinadoras” se conocerían el historial pediátrico de la niña “de pe a pa” y sabrían al dedillo todas sus necesidades. ¡Cómo gusta opinar sin saber!

Igual me estoy metiendo en un jardín que no es el mío, pero… ¡me da tanta rabia!. Y hablo del mundo 2.0, pero podría extrapolarlo al día a día. Lo mismo ocurre con la gente que te rodea, incluso con la que no te rodea tanto. Todo el mundo tiene una opinión, todo el mundo tiene un consejo. Y de verdad que son bienvenidos siempre que sean constructivos, pero muchas veces suenan a ataque, a ofensa, a lo estas haciendo mal, a la estas cagando. Lo este haciendo bien o mal, acepto consejos constructivo, sino por favor, dejadme que la cague.

Se nos llena la boca cuando hablamos de igualdad, celebrando el día de la mujer, luchando por nuestros derechos. ¡No al machismo! Y luego resulta que somos nuestras peores enemigas, ya no como madres, sino como mujeres en general porque opiniones tienen tanto las que son madres como las que no lo son.

Así pues, dejemos de hacer el capullo y empecemos a apoyarnos, porque si no lo hacemos entre nosotras en temas tan absurdos como “comprar potitos, si o no” ¿quién lo va a hacer?. Con bastantes trabas nos encontramos para conseguir conciliar, criar y disfrutar como para encima complicarnos la vida las unas a las otras.

Por favor, menos criticas y más apoyos, porque si lo estoy haciendo mal, mañana lo haré bien. Mi instinto me guiará y si no es así, lo dicho, se aceptan consejos cargados de positividad y palabras de cariño. Si vienes a tocarme las narices, puedes darte media vuelta.

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