Desde mi punto de vista hay 2 factores que afectan a la manera de alimentarse de un niño. Por un lado está el factor interno, su personalidad, su carácter y por otro el factor externo, las costumbre, eso que podemos hacer nosotros como padres para ayudarles.

Hay niños que son “malos comedores” eso es así, y ya puedes remover Roma con Santiago que seguirán sin ser los mejores comedores del mundo, pero puedes conseguir que su relación con la comida sea mejor y que poco a poco vaya mejorando (un poco siempre es mejor que nada).

De la misma manera hay niños que comen bien de por si. Mis hijas son buenas comedoras. Si hubiésemos hecho las cosas de otra manera quizá no comerían tanta variedad o comerían peor en según que circunstancias, pero si comerían bien, porque desde el minuto uno les gusta comer.

Partiendo de esa base de que hay niños a los que les gusta comer más que a otros (igual que pasa con los adultos), siempre podemos aplicar algunas pautas que mejoren el interés por la comida de aquellos que ni fu ni fa, y potencie las ganas de descubrir nuevos alimentos de aquellos para los que comer es algo que les hace feliz.

En cualquier caso, y siempre desde mi experiencia, nunca como profesional, creo que la base y el objetivo es establecer una relación sana con la comida y con los hábitos que giran en torno a ella. ¿Y cómo lo hemos conseguido nosotros?

¡Ahí van nuestros 6 tips!

Aprender a comer no es una carrera de velocidad, es más bien una maratón

Cuando cumplen los 6 meses, nuestros bebés comienzan con la alimentación complementaria, y muchas veces como mamás primerizas nos agobiamos porque no quieren comer. Yo me pongo en su lugar y pienso que es lo más normal del mundo. Cambio de texturas, de sabor, de temperatura en los alimentos…

Debemos tener claro que en los comienzos de la alimentación complementaria ésta debe ser precisamente eso, complementaria. La leche sigue siendo lhttp://unamamadelmonton.com/alimentacion-complementaria-comenzamos/a base de su alimentación y si se tiran un tiempo sin querer comer otros alimentos, no pasa nada (siempre y cuando sigan cogiendo peso y desarrollándose saludablemente). Igualmente pasa con niños mayores, lo que me lleva al siguiente tip.

Los gustos cambian

A los adultos nos pasa a los niños también. ¿Quién no ha estado largas temporadas sin comer algo porque no le gustaba y al cabo del tiempo, cuando ha vuelto a probarlo le ha encantado? Pues con los niños pasa igual. manzana¿Qué tu hijo se niega a comer lentejas? Desde mi punto de vista no es muy saludable a nivel emocional el “lentejas para comer, merendar y cenar hasta que se las coma”. Yo prefiero dejar de darle lentejas durante una temporada hasta que incluso se le olvide que no le gustaban, y volver a probar un tiempo después. Puede que le gusten o puede que sigan sin hacerle gracia. ¿Qué pasaría en el segundo supuesto? Nada de nada, si no le gusta las lentejas pero come de otros muchos alimentos que le aportan los mismos nutrientes, mi lógica me dice que no es necesario que coma lentejas porque puede comer garbanzos, alubias, habas… Yo no me complico.

No obligar a comer

Y de los dos puntos anteriores se desarrolla este tercer tip. Tiempo al tiempo. No es beneficioso para crear una correcta relación con la comida, meter cucharadas de comida hasta la garganta mientras un niño llora y patalea. La experiencia para él es totalmente negativa. ¿Qué pasará la próxima vez qué intentemos darle de comer? Qué va a estar en modo negación desde antes de empezar. Si un niño no quiere comer, desde mi punto de vista, es preferible parar y cambiar la estrategia. Probar con otro alimento, darle un cachito de pan, dejarle que coma el solo por si quiere “experimentar”. Depende de la edad de cada niño, pero no forzar es siempre la clave.

Lo mismo que papá y mamá

En nuestra casa no hay nadie alérgico a ningún alimento (al menos de momento), así que se hace una sola comida para todos. Desde hace unos meses incluso Telma que tiene ahora 13 meses, come lo mismo que nosotros. Cocinamos con poca o nada de sal y si a nuestro plato le hace falta le echamos un poco. Ellos aprenden por imitación. Igual que desde muy pequeños aprenden a hacer gestos sencillos que hacemos nosotros como sonreír, aplaudir, bailar, etc. A la hora de comer siempre van a llamarles más la atención algo que también comamos nosotros. Es más fácil que se coman una manzanas si nosotros nos la estamos comiendo (incluso es probable que quieran de nuestra manzana y no de la suya) que si a ellos les ofrecemos manzana mientras nosotros comemos un Donut. Porque, ¿qué querrán? Donut.

Invitar a probar

Como os decía antes, en nuestra casa no se obliga a comer nada, pero si se invita a probar. Es muy común escucharnos decir a las niñas: “Pruébalo, si no te gusta, no te lo comas”. Para saber si algo te gusta o no, hay que probarlo, y a partir de ahí que cada uno decida. Ellas (sobre todo Olivia, que es más mayor) lo prueban todo porque saben que si les gusta, eso que ganan, y si no les gusta no estarán obligadas a comérselo. De esta manera conseguimos que prueben muchos alimentos y descubran cuales les gustan y cuales no.

Hábitos divertidos en familia

Si “decoramos” el momento de comer con una rutina en la que ellos puedan ayudar y que les resulte divertida el ambiente será más agradable y por tanto estarán más predispuestos a disfrutar de la comida. En casa ayudan a poner y a recoger la mesa. A Olivia le encanta lavarse las manos y los diente ella sola, así que aprovechamos eso para que forme parte de la rutina de comida y lo enfoque todo de mejor humor.

Son 6 tips que a veces pueden resultar difíciles de aplicar o de asumir, pero que una vez los pones en práctica, afecta muy positivamente a los hábitos alimentación de los peques. ¡Suerte!

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