A raíz de mi última publicación en Instagram, hablando sobre vestir o no a las niñas de rosa, he recibido varios mensajes con opiniones muy similares y mamás a las que les ha pasado con este color, algo muy parecido a lo que me ha pasado a mí. Han pasado de un “NO quiero rosa”, a un “me encanta”.

Lo que si cambia es el motivo por el que se dio un “NO” inicial al rosa. En mi caso fue por un tema de gustos, nada trascendental. Nunca he sido muy de rosa y no me apetecía que mi hija vistiese de ese color. De todos los regalos que recibimos antes de que Olivia naciese, tres eran conjuntitos de punto completamente rosas. Olivia salió del hospital vestida de ese color. Como veis, aunque al principio un poco a regañadientes, me resistí poco.

Otras mamás eligen no vestir a sus hijas de rosa por un motivo más profundo. No quieren condicionarlas, quieren que sean libres, que no se vean limitadas por un color.

Lo mismo ocurre con los pendientes. Yo fui la primera que dije que quería que mi hija “eligiera” y al final, a los 20 días ya tenía sus pendientes. Unas ideas muy fijas las mías, como podéis ver.

Quizá sea que soy un poco veleta, o quizá fue que pensé, medite, y le quité importancia a cosas que no la tienen. Porque el hecho de vestir de rosa o llevar pendientes, desde mi punto de vista a día de hoy, no condiciona, no estigmatiza, no es importante.

Como dice Elisa de #mamasuperplus, enseñar igualdad no está en el color. Y yo añado que la libertad y poder de elección también está en otros sitios. En nuestro día a día, en pequeños gestos que nos acompañan en nuestras rutinas a los que a veces no damos importancia, pero que son mucho más determinantes que el rosa o los pendientes.

Así que, llenad a vuestras hijas de lazos, de rosa o de lo que os apetezca, llegará el día en que igualmente, ellas seguirán eligiendo llevarlos o decidan no querer volver a verlos ni en pintura y poco o nada tendremos que ver con esa decisión. Seguramente, los pendientes que nosotras les hicimos les sepan a poco y quieran alguno que otro más. ¿Y si no los quieren? Pendientes fuera y listo.

Enseñémoslas lo que significa la verdadera libertad, la verdadera igualdad. Criemos niñas valientes, con ganas de comerse el mundo. Con objetivos, con valores, niñas respetuosas independientemente de que lleven zapatos de charol o deportivas, vestidos o vaqueros, eso es lo de menos.

Focalicemos  y descubramos lo que de verdad es importante.

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