Maldita frase. No sabéis cuanto he odiado esas palabras en todas sus variaciones y combinaciones.
“Cuando menos te lo esperes te quedarás embarazada”, “Relájate y lo conseguiréis”, “Deja de pensar tanto en el tema y llegará”
Son frases que creo que se dicen sin pensar, sin intención de molestar, pero cuando se está en el otro lado, en el lado chungo, en el lado al que le toca escucharlas, joden y mucho. Si, joden, porque molestar o fastidiar no abarca el grado de lo irritante que puede llegar a ser escucharlas.
Antes de quedarme embarazada tenía claro que había dos grupos de personas que aplicaban estas afirmaciones. Por una parte aquellas mujeres con embarazo conseguido a la primera, a la segunda si me apuras. Por otra, aquellas que ni siquiera se han puesto manos a la obra y que se quedaron en el “cuando el esperamatozoide fecunda un ovulo” y ven el “preñamiento” de color de rosa.
Ahora sé que hay un tercer tipo de mujer que dice esas frases, y ese tipo de mujer soy yo, la que cree que tranquilizarse y relajarse le ayudo a conseguir sus embarazos. Si, la misma persona a la que sangraban los oídos escuchando esas afirmaciones, ahora las repite (solo en ocasiones muy, muy puntuales) para ayudar a otras a conseguir su embarazo. Puede sonar raro, pero tiene su explicación.
Empecemos por aclarar que cuando hay un problema, hay un problema, y aunque nos vayamos de retiro zen durante un mes al culo del mundo, el problema no va a desaparecer.
Partiendo de esa base, también debemos tener claro que el estrés no nos viene bien, ni a la hora de buscar embarazo, ni a la hora de buscar nada.
Relájate, olvídate del tema… pero ¿cómo me voy a olvidar? ¡Sí me tengo que acordar de la medicación, de las pruebas, de mis días fértiles, de doscientas mil cosas que me obligan a estar permanentemente alerta y pensando en el tema!.
Es muy difícil, si. No puedo ayudarte demasiado porque yo mi estrés lo gestiono fatal y cuando me da por algo, me vuelvo medio loca. ¿Y como lo hice yo entonces? Resignación, rendición. Y me vino genial.
Sé que seguramente, no sea la mejor manera de reducir el estrés durante la búsqueda de un embarazo, pero fue algo que en mi caso vino rodado y consiguió lo que los nervios y la obsesión no habían conseguido en mucho tiempo.
Si un psicólogo escuchase esto, estoy segura de que no le gustaría nada de nada.
En el embarazo de Olivia, ella era nuestro último embrión, después de dos embarazos bioquímicos, de haber conseguido solo dos embriones en nuestro prodeso de FIV y de no haber conseguido el embarazo con nuestro único embrión de calidad “A”, no tenía ninguna esperanza en que ese embrión de calidad “B”cuajase y mucho menos que saliese adelante. Así que me resigné, estaba rendida, no pensaba en si se estaría implantando o no, porque en mi cabeza ya me había hecho a la idea de que no iba a funcionar. Pero funcionó.
En el embarazo actual, la esperanza era aún menor, ¿cómo iba a pensar yo que me iba a quedar embarazada tomando unas pastillitas después de todo lo que nos había costado llegar a Olivia? ¡Pues toma!, ¡A la segunda en toda la frente!.
Qué sí, que si lo intentas es porque alguna mínima esperanza tienes. Pero es un poco como cuando ibas a un examen habiéndote estudiado 3 temas de 20, que ibas la mar de tranquila porque era prácticamente imposible que sonase la flauta. Pero alguna vez sonaba, y entre lo, que sabías, lo que se te había quedado no sabías muy bien como, y la pachorra con la que hacías el examen, un diez no sacabas, pero el cinquillo “pelao” te daba el aprobado y tu tan feliz como si hubieses sacado un once.
Pues eso, que la última esperanza cuando te pones al tema, nunca se pierde, pero a veces es tan mínima que no se puede a penas considerar.
No digo que la rendición sea vuestra solución, estoy segura de que todas y cada una de vosotras gestionáis el estrés y los pensamientos obsesivos mucho mejor que yo, y seréis capaces de relajaros sin necesidad de rendiros, pero también quiero transmitiros que a veces una rendición no es tal, sino que se convierte en victoria. A veces porque el embarazo llega, a veces porque se recupera la felicidad enterrada bajo meses o años de búsquedas sin éxito, a veces por recuperar una vida perdida.
Rendirse no siempre es rendirse, a veces es ganar.