Nosotros siempre hemos enfocado la vida de una manera “básica” sin complicaciones ni artificios, dejando fluir los acontecimientos, y la experiencia de cuidado y crianza de Olivia siguió la misma línea, todo fue ocurriendo de una manera bastante natural y sin complicarnos en exceso. No obstante visto desde la perspectiva actual, es verdad que creo que algunas cosas podíamos haberlas simplificado más y algunos momentos hubiesen sido más fáciles, así que con Telma estamos intentando mejorar aquello que con Olivia nos complicaba un poco la vida.
Si vas a ser madre o lo has sido recientemente quiero darte un consejo sin ningún tipo de pretensión, pero que creo que te puede ayudar. Desecha todas esas ideas que tenía preconcebidas y haz aquello que te haga la vida fácil independientemente de lo que te diga tu tía, tu madre o la vecina.
Hay niños que se duermen solos y del tirón, que comen de todo y a la primera o que les encanta estar tumbados en su cuna, pero no suele ser lo más habitual. Por lo general, a los niños les gustan los brazos y dormirse acurrucados en la teta de su madre (si es que das el pecho, y si no acurrucados y punto). Normalmente no están muy por la labor de dormirse y si es en su cuna menos aún. A veces comen y a veces no, sólidos o líquidos ya depende de cada cual.
“A los 6 meses el niño tiene que ir a dormir a su habitación porque sino ya no lo sacas de tu cama ni con agua caliente”. Y ahí estás tu, paseándote cada noche porque se despierta 3, 4 o 15 veces y haciendo más kilómetros que en Camino de Santiago. Todo sea porque a los 15 años no siga durmiendo con vosotros. Conozco mogollón de adolescentes que no quieren salir de la cama de sus padres. Véase la ironía.
Que digo yo ¿y si lo metes en tu cama?. Con suerte empalmas 3 horas de sueño, pide agua, lo tienes preparado en la mesilla, se lo enchufas y a seguir durmiendo, si la fortuna te sonríe, otro par de horas. Sinceramente, entre hacerme una maratón nocturna y poder dormir “algo”, yo me quedo con lo segundo.
“Pues yo no”, dirá alguna madre. “Yo prefiero que duerma en su cuna aunque cada vez que lo dejo se despierta y lo tengo que volver a coger. Normalmente tengo que hacer de 7 a 10 intentos hasta que consigo que se quede ahí dormido. Me dijo mi vecina la del quinto que lo del colecho no, que es muy peligroso y que se acostumbran”. Y digo yo: pues nada oye, suerte con lo de la cuna.
¿Y la alimentación? BLW, purés o un mix de ambas debería depender de lo que mejor le vaya a cada bebé. A veces nos empeñamos con el BLW porque nos han dicho que es lo mejor y además está súper de moda, pero del mismo modo que hay niños a los que lo de los “trozos” les va fenomenal, hay otros que, al menos al principio prefieren los purés. Nuevamente un consejo sin pretensiones: lee las necesidades de tu bebé, elige la que mejor se adapte a él, y encaje mejor con tus sensaciones.
Y como estos dos ejemplos hay tropecientos más en los que simplificar es la clave para sobrevivir en la maternidad porque suficientemente complicados son los bebés y sus ritmos como para que nosotros le echemos más leña al fuego.
Y recordad, si vuestros bebés se hacen caca y acto seguido se duermen una siestecilla que sabemos que va a durar media horita con suerte, dejémosles tranquilos que tampoco es plan de llevarles cagados por la vida, pero media horita puntual tampoco les va a hacer daño. Simplificar para sobrevivir.