La maternidad y el desarrollo de un bebé está cargado de metas, de hitos por cumplir. Su evolución supone cambios y aprendizaje permanente. Sujetar la cabeza, darse la vuelta, coger cosas, gatear, andar, hablar… son algunas de las cosas que los bebés tienen que hacer conforme van creciendo.

Sin embargo hay otras que no “tienen que pasar” pero pasan y que también forma parte de ese crecimiento, me refiero a las caídas, los tropiezos, arañazos y demás lindezas. Son daños colaterales de su aprendizaje y debemos asumir que van a pasar y estar preparados para cuando ocurran.

Conforme los bebés se van desarrollando, los peligros crecen exponencialmente y en el caso de Olivia, que no para quieta, hay todavía más riesgos. Desde hace unos meses, tenemos que andar con mil ojos para reducir los golpetazos al mínimo, pero aun así, siempre hay un brazo que se atasca cuando gatea y se come el suelo, una pérdida de equilibrio cuando está sentada, una caída de culo (o como buenamente caiga) cuando se pone de pie. Son situaciones irremediables, difícilmente controlables, que tienen que pasar y que todos tenemos asumido que pasarán.

Pero ¿qué pasa cuando el golpe no es golpecito sino un porrazo de los grandes?. Pues que te acojonas, te asustas y maldices el momento en que has perdido a tu bebé de vista, ¿cómo ha podido pasar?. Pues pasa, y creo que debemos estar preparados para cuando pase y saber lo que hay que hacer.

Hace cuatro días que Olivia se dio su primer porrazo oficial. El primero gordo de verdad. La dejamos echándose la siesta en nuestra cama, rodeada de almohadas y cojines como si de una fortaleza se tratase pero no fue suficiente para ella. Su culo inquieto trepó y se cayó de boca desde la cama al suelo. Como la cama tiene un saliente de madera, primero se dio contra él, y luego al suelo.

El resultado fue un chichón en la frente y un golpetado que le atravesaba la cara hasta la mejilla. Un cuadro. En un primer momento se le hincho muchísimo el golpe de la frente, se puso muy morado, tenía muy mala pinta. Olivia, como es lógico lloró, pero muchísimo menos de lo que cabía esperar.  En seguida se le pasó, y es que mi chica es una campeona. Le pusimos un poco de hielo (un paquete de guisantes del congelador) para que el golpe no subiera demasiado y eso si la enfadó, así que tampoco insistimos demasiado.

Aunque ella parecía estar bien, no nos lo pensamos y nos fuimos a urgencias por aquello del por si acaso. Nosotros, ante la duda, preferimos hacerlo así. Preferimos pecar de padres primerizos, exagerados o sobreprotectores y quedarnos tranquilos.

La doctora la miró, revisó y nos tuvo un ratito en observación. Olivia estaba perfecta. Le comentamos lo de la bolsa de guisantes que le plantamos en el chichón y nos dijo que era correcto (lo comento porque hay diferentes teorías sobre la aplicación o no de frío sobre un golpe). Me sorprendió que una de las primeras cosas que nos preguntó, así como la cosa más normal del mundo (será que lo es) fue si había perdido la consciencia en algún momento. ¿Perdón?, Si se llega a quedar inconsciente a mí me da un ataque al corazón. No, no, no, y esperemos que nunca se dé el caso.

Una hora después de haber llegado a urgencias salíamos con una Olivia súper sonriente (como viene siendo costumbre), y una hoja con instrucciones para futuras caídas y cosas que debíamos observar en las posteriores 24 horas. Es precisamente esto lo que quiero compartir porque nunca está de más tener toda la información del mundo.

INSTRUCCIONES Y RECOMENDACIONES CUANDO SE PRODUCE UN TRAUMATISMO CRANEOENCEFÁLICO EN UN BEBÉ.

(Sé que lo de traumatismo craneoencefálico suena un como “heavy” pero así lo llamó la doctora, así lo llamo yo).

¿Qué se debe hacer tras el golpe?

  • Observar al niño durante 24 horas siguientes por si aparece algún problema. Mantenerlo en un ambiente tranquilo bajo supervisión de un adulto.
  • Si el niño tiene sueño puede dejarle dormir, pero despertándole cada cuatro horas, aproximadamente, para observar sus reacciones. Debe mantener un comportamiento adecuado.
  • Si presenta color de cabeza puede tomar paracetamol o ibuprofeno a dosis habitual.
  • Transcurridas dos horas sin vómitos ofrézcale una dieta blanda.
  • A las 24 horas del traumatismo se puede reiniciar el ritmo normal de vida.

¿Cuándo debe consultar al servicio de urgencias?

  • Si el niño vomita.
  • Si presenta dolor de cabeza intenso o progresivo.
  • Si su hijo está confuso, somnoliento, irritable o cuesta mucho despertarle.
  • Si el niño comienza con movimientos anormales, debilidad u hormigueo de extremidades, tiene dificultad para caminar, habla o ve mal o tiene las pupilas de diferente tamaño.
  • Si observa salida de líquido claro o sangre por la nariz u oídos.
  • En general, cualquier síntoma que le resulte extraño o preocupe.

Cuestiones importantes:
La mayoría de los traumatismos en la cabeza son leves y no producen daños. Con golpes mínimos es muy raro que se produzcan lesiones. Es normal que las primeras horas su hijo esté asustado, no recuerde el momento del traumatismo, tenga dolor de cabeza o presente algún vómito. En la mayoría de los casos no es necesaria ninguna radiografía.

Estos fueron los consejos que recibí, que cada cual luego haga lo que mejor le parezca. Yo ahí lo dejo esperando ayudar a mamás del montón con dudas sobre el tema.

 

 

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