Tengo la sensación de que a medida que crecemos, nuestra mente se va atrofiando y nuestra capacidad de lógica y razonamiento es cada vez más funcional, pero menos “natural”.
Aprendemos conceptos, nos formamos, desarrollamos nuestras capacidades, pero la capacidad de imaginación, de creación, de razonamiento que tiene un niño, cada día tengo más claro que no la tiene un adulto.
Su visión es diferente, ven las cosas de otra manera, una manera más natural, más tranparente, más racional. Sin artificios. Aplican la pura lógica y obtienen resultados y explicaciones muy lejanas a las que podría conseguir un adulto.
Sus mentes no están condicionadas por roles sociales, ni factores aprendidos y eso me parece realmente apasionante. No sé si podríamos sobrevivir durante toda una vida pensando como lo hace un niño, quizá el mundo es demasiado duro y nos acabaría engullendo, pero estoy segura de que en muchas ocasiones nos iría mejor si nuestra lógica actuase de manera más natural y menos condicionada.
Hoy quiero compartir con vosotros una anécdota que vivimos hace unos días con Olivia mientras cenábamos con mi familia, que había venido de visita. Estábamos en un restaurante de comida rápida escuchando a Olivia hablar y hablar.
Muchas veces ella se pone a hablar de cosas sin venir a cuento y hasta que conseguimos saber de qué va el tema, puede pasar un buen rato (en ocasiones ni siquiera conseguimos saber de que está hablando).
En esta ocasión todo empezó con un “abuela Carmen, bombones”. Que en realidad no es su abuela, sino su bisabuela y a la que vamos a ver cada vez que vamos a Burgos. La última vez que estuvimos en su casa, le dio a Olivia un buen puñado de bombones y ella de vez en cuando saca el tema. Después siguió con “Tia Marta bolso flamenco, bombones”. Hasta ahí sabíamos de que iba la historia porque mi tía Marta, que vive con mi abuela, le regaló un bolso con forma de flamenco donde guardó lo bombones el mismo día que mi abuela se los regaló.
Y a continuación fue cuando la historia que comenzó a contar, y que no habíamos escuchado nunca, nos dejó alucinados. Muchas veces cuando Olivia habla, lo hace en bucle y repite las cosas una y otra vez de diferentes maneras. Así que ella a su rollo nos decía de mil maneras: “Tía Marta, agujero en el techo y se cayó”, “Se cayó tía Marta”. Y nosotros le seguíamos el rollo sin saber muy bien de que iba el tema igual que hacemos muchas veces cuando no sabemos de lo que habla: “Ah, ¿si?” le decíamos, y ella continuaba: “Si, se cayó del techo, agujero””Y, y, y… se cayó, tía Marta techo”.
Entonces Sergio le preguntó a Olivia: “¿Y qué pasó?, ¿se hizo daño?”. A lo que ella contestó: “Si, aquí” y se señalo las piernas. Nos quedamos flipando. No tendría mayor importancia, si no fuese porque mi tía Marta va en silla de ruedas y Olivia nunca la ha visto caminar.
Nunca hemos hablado de tema con ella, jamás le hemos dicho que la tía Marta no puede andar o que tiene “las piernas malitas”, o cosas similares que se suelen decir en estos casos. No lo hemos considerado necesario, es muy pequeña y es información que no necesita.
Y está clarísimo que no la necesita, que los niños son muy inteligentes, por muy pequeños que sean, y que su capacidad de razonamiento es asombrosa. Olivia tenía dos años y 2 meses cuando esto ocurrió y ella sola fue capaz de darse cuenta de que su tía no camina, y que algo le pasa en las piernas. Obviamente, no se ha caído por un agujero del techo de ninguna parte, pero su imaginación, su lógica, o lo que sea que pase por esa cabecita, ha decidido que algo así tuvo que ocurrirle para tener que ir en silla de ruedas. Nos dejó a todos alucinados.
Así pues, no menospreciemos esas mentes maravillosas, con expresiones como “no se entera” o “no lo entiende”, porque si, si se enteran, si lo entienden, lo comprenden y lo razonan todo. Quizá no lo comparten, pero no significa que no sean consciente de muchísimas cosas que seguramente no seamos capaces ni de imaginar.
Nuestros niños son seres increíbles con mentes absolutamente privilegiadas a las que, ni de lejos, podremos nunca alcanzar.