Si alguien me preguntase que me gusta de ti, Olivia, mi respuesta sería: TODO. Cada actitud, cada gesto, cada mirada hace de ti alguien muy especial. Eres sin duda, mi persona favorita del mundo. Tardaste en llegar pero la espera, sin duda, mereció la pena con creces. Gracias por hacernos mejores personas, por sacar nuestra mejor versión, por multiplicar la felicidad de esta familia y por ser como eres.

Como te decía, eres una alguien muy especial, nuestra princesa, nuestra gordita, “la señora”, nuestro amor, nuestro todo. Y aunque toda tú nos tiene enamorados, hay pequeños detalles que hacen que se nos derrita el corazón, esas pequeñas cosas de las que no eres consciente, pero que te hacen única y especial.
Tu sonrisa permanente. Eres una niña feliz, de eso no hay duda. Basta con mirarte para que saques una de esas sonrisas verdaderas tuyas que te nacen en la boca y te llegan hasta los ojos. Esos ojos de dibujo manga tan expresivos que tanto me gustan. Te miro desde lejos y sonríen, te sonrío y vuelven a sonreír. Pedorretas, besitos, mimitos, tonterías, da igual. Tu sonríes, sonríes y sonríes, y con cada sonrisa soy un poquito más feliz.

Tu manera de buscarme y agarrarme es otra de las cosas que me vuelven loca. Ya desde pequeñita, cada vez que te daba el pecho o te cogía en brazos tú te agarrabas a mi camiseta, a mi piel, donde fuera. Parecía una especie de grito de “no te marches”, y cada vez que lo hacías, siempre pensaba lo mismo: esta niña está loca si piensa que me voy a ir a alguna parte. A día de hoy, con 7 meses sigues haciéndolo, pero ahora ese agarrón de camiseta se acompaña de mimitos, arrumacos y caricias.

Esa mirada que tienes es una de las cosas que más me gustan de ti, porque es transparente, curiosa y llena de vida. Porque cuando me miras a los ojos siento que lees mi alma, que llegas a lo más profundo de mi ser, puedo sentir amor, admiración miedo, siento miles de millones de cosas que antes de ti no estaban.  Porque cuando yo te miro veo, inocencia, fragilidad y fortaleza al mismo tiempo, curiosidad y amor, una vez más mucho amor. Tu mirada transmite, está viva, es mi vida.

Tu capacidad de sorprenderte. Ojalá no la pierdas nunca, ojalá siempre seas capaz de sorprenderte con las pequeñas cosas como lo haces ahora. Porque es mágico y porque es precioso. Los adultos somos un rollo, Olivia, a veces nos olvidamos de lo sorprendente y maravilloso que resulta cada pequeño detalle de este mundo, y tienen que llegar seres increíbles como tú para recordarnos que en las pequeñas cosas está la esencia de la felicidad. En las ramas de los árboles, en el ruido de un envoltorio de caramelo o en el tacto de nuestra propia piel.

Por último, y aunque como te decía al principio esta lista podría ser eterna, me encantan tus gestos porque en cierto modo me recuerdan a mí. Esos gestos que transmiten tu carácter y que me hace pensar que tienes y tendrás las cosas muy claras. Lo que te gusta y lo que no, lo que te hace feliz y lo que te entristece. Tu morrete de curiosidad, tu ceño fruncido, tu boca de asombro o tu, como ya decía antes, eterna sonrisa, te hace única.

Así que sí, Olivia, ya lo sabes y que no se te olvide, eres especial, muy especial. Para nosotros perfecta, nuestro deseo hecho realidad, nuestro pequeño milagro, las niña de nuestros ojos y la sonrisa que ilumina nuestra vida.

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