Confinamiento

Chicas, espero leeros esto dentro de unos años y recordarlo todo como uno de esos sueños raros, como algo que nos enseñó a valorar de verdad lo que teníamos y nos hizo más fuertes y mejores personas. Espero que para aquel entonces hayamos superado todo esto y las heridas emocionales, sociales y económicas que sin duda esta experiencia nos dejará, hayan curado dentro de la medida de lo posible.

El Coronavirus nos ha traído muchas cosas tristes, pero también muchos momentos alegres y cosas positivas. El confinamiento llegó muy poco después de la mudanza a la cosa nueva, así que nos pilló sin sofá, sin internet y sin muchas otras cosas. Pero afortunadamente pudimos disfrutar de mucho más espacio en el que divertirnos y una terraza estupenda que nos permitía disfrutar del exterior. (En aquellos días quien tenía una terraza tenía un tesoro, y los que tenían jardín eran los dueños del mundo).

Durante los primeros días del confinamiento, mamá seguía saliendo a trabajar pero tenía miedo. Se sintió muy aliviada el día que supo que por fin no tendría que salir más. Fueron unos días de jugar mucho, hacer manualidades y bizcochos, y disfrutarnos, disfrutarnos mucho y muy bien. Tú, Olivia, pintaste todo lo pintable. Decenas de dibujos. En aquellos días fue uno de tus pasatiempos favoritos. Y descubriste las películas. Vimos Matilda durante días y días, te encantaba. Te convertiste en fan de Harry Potter y soñaste con Hook. Fueron sin duda, tus favoritas.

Y Telma, tú, comenzaste a dar tus primeros pasos durante el confinamiento. Durante esos días cumpliste tu primer año y tu capacidad de comunicarte y de entendernos evolucionó muchísimo. Comenzaste a señalar lo que querías y a sacar ese carácter tan tuyo.

Durante esos 45 días que permanecisteis sin salir de casa nos enseñásteis mucho. Tuvisteis una paciencia asombrosa y un comportamiento increíble (con sus más y sus menos, claro). Os adaptasteis a la situación perfectamente. Telma, tú eras muy pequeña y menos consciente, pero tú Olivia, hablabas de las cosas que haríamos cuando “se fuese la Coronavirus” como tu decías. Hablabas de ir a Burgos a ver a los abuelos o a casa de los primos a celebrar el cumple de Alex. “Cuando se vaya la Coronavirus voy a ir a coger una flores para dártelas, mamá”, decías.

En esos días aprendimos mucho de vosotras. Los besos, abrazos y te quieros estaban a la orden del día. Me encantaba poder veros al despertar, deciros buenos días y preguntaros si habíais soñado cosas bonitas. Me encantaba dormirme abrazada a vosotras y despertar del mismo modo. Disfrutar del tiempo, de todo ese tiempo que en condiciones normales se nos escapa entre los dedos. De todo ese tiempo que no tenemos y que aquel confinamiento nos había regalado. 

Los horarios y rutinas eran un poco caos. Pero en comparación con el caos mundial que estábamos viviendo, tampoco estaban tan mal. Nuestro caos nos iba bien, y aunque a veces todo era un poco agotador y estrenaste, estábamos juntos y todos estábamos bien, así que valorarlo nos daba ánimos para seguir.

Después de 45 días en casa pudimos comenzar a salir. Olivia, comenzaste a andar con la bici, el patinete… ¡no veas cómo lo disfrutabas!. Y Telma, cada vez que salías a la calle te emocionabas. Te encantaba dar pasitos y andabas un montón (de momento, de la mano). Llevábamos mascarilla y no podíamos tocar nada (lo hacíais genial). Tampoco podíamos acercarnos a otros niños ni hablar con otros papás, pero no nos hacía falta, nos teníamos a nosotros. Era “la nueva realidad” de la que todo el mundo hablaba.

Hace solo un par de semanas que comenzamos a poder salir y no tengo claro que todo el mundo lo esté haciendo del todo bien. Tengo miedo de que todo vuelva a empezar y pase más tiempo sin poder ver a los abuelos. No me gustaría perderme esas vacaciones tan deseadas que tanto queremos compartir con ellos y que disfrutaremos y valoraremos más que nunca.

Esto no ha acabado de momento, se supone que es el principio del fin. Espero poder volver a escribiros pronto para deciros que efectivamente era así, que lo vencimos todos juntos y pudimos volver a salir sin miedo.

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