Creo que el ombligo de un bebé es, en general, algo que da respeto. A mi personalmente, los ombligos en general no me gustan, empezando por el mío propio. Quizá sea porque de pequeña se me hernió de tanto llorar y me lo tuvieron que quemar con nitrato de plata. Siempre que me han contado la historia me lo he imaginado como algo un poco asquerosillo, y desde la primera vez que lo escuche, lo de los ombligos en general, como que no me hace gracia. El simple echo de tocarlos, incluso el mío, no me gusta.

No sé que pasaría con los vuestros durante el embarazo. El mío, que ya de por si muy metido no está, durante el embarazo se me salió y según fue creciendo la tripa, se fue estirando, pasando de ser una bolita que sobresalía de mi barriga a quedarse casi plano.

No obstante, en contra de lo que pueda parecer hasta ahora, no es del ombligo de la embarazada del que tenía intención de hablar, sino del de un bebé y su cura.

Dada mi animadversión hacia los ombligos, no sabía como me iba a enfrentar a la cura del ombligo de Olivia, pero al final el instinto manda, y me puse a ello desde el primer momento, como si de la labor más fascinante se tratase.

Siguiendo las instrucciones que nos dieron en el hospital y un par de consejos más, el ombligo de Olivia se cayó el día de Noche Buena, 8 días después de nacer.

Según que matrona o enfermera dé la información sobre la cura del ombligo, la manera de realizar esa cura puede ser diferente. No obstante, esas metodologías, yo la resumiría en tres:

  • Agua con jabón
  • Alcohol de 70º
  • Clorhexidina

En cualquiera de los casos, lo importante al finalizar la cura, es que la zona se quede bien seca. No hay problema a la hora de bañar al bebé. Existe una falsa creencia de que a los bebés a los que no se les ha caído el ombligo no se les puede realizar baños de inmersión. Es una información errónea. A no ser que exista una prohibición explícita por parte de un profesional de la medicina, se puede bañar al bebé sin ningún problema. Lo importante es que una vez se finalice el baño, la zona del ombligo sea secada concienzudamente para que no quede ni rastro de humedad.

En nuestro caso, por raro que parezca, para realizar la cura del ombligo de Olivia, utilizamos las tres maneras, recomendadas en diferentes etapas por distintos profesionales.

En un principio y hasta que se le cayó, lo curamos con agua y jabón. Utilizábamos unas toallitas jabonosas que nos dieron en el hospital. Una vez limpio, lo secábamos bien con una gasita y… ¡listo!. Como os decía antes, en 8 días, una noche mientras hacíamos un cambio de pañal, el ombligo se cayó. Unos días más tarde tuvimos cita con el matrón. El ombligo estaba perfecto, pero había algunas zonas un poco más rojitas, por lo que nos recomendó que para ayudar a secar y cicatrizar, le aplicásemos con un bastoncillo y sólo en esas zonas, un poco de alcohol de 70º. Así lo hicimos. Su evolución iba fenomenal.

Un día, imaginamos que por el roce del pañal, el ombligo de Olivia manchó un poquito el body de sangre. Sólo un par de gotitas. Es algo que asusta un poco, y más cuando se trata de una zona tan delicada. No obstante, es totalmente normal, siempre y cuando no se trate de un sangrado activo. En ese caso deberemos acudir a un profesional que revise la zona.

Unos días más tarde, otra matrona volvió a comprobar que el ombligo de Olivia estaba perfecto. Limpió bien algunos restos de sangre que había en su interior y que nosotros ni siquiera habíamos visto. Nos recomendó finalizar la cura con un par de gotas de clorhexidina durante dos días. Una vez más, visita a la farmacia, compra y aplicación.

A día de hoy, la cura está más que finiquitada y con el paso del tiempo, se ha ido metiendo para dentro. Todavía queda pero de momento… ¡Nos ha quedado precioso!

¡Mucha paciencia con esos ombligos mamás! ¿Vosotras cómo lo habéis curado?

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