Ya hace un par de meses largos que Olivia comenzó a andar. Esto ha hecho que ella tenga más independencia y ha conseguido que nosotros como padres, tengamos mayor libertad. Porque por muy agotador que me dijesen que era corretear detrás de ella, lo prefiero mil veces a tener que ir todo el día con la espalda partida agarrándola de las manos. Entiéndase “lo prefiero” sin connotaciones negativas, he disfrutado cada etapa como la que más.

Aunque todavía seguimos dependiendo mucho del carro porque Olivia es muy pequeña, ya hemos empezado a movernos sin nuestro Bugaboo en ocasiones puntuales.

Debo de reconocer que cuando pienso en cargar el carro en el coche, bajarlo, subirlo, me da muchísima pereza pero también es verdad que alguna de las veces que me he lanzado a ir a alguna parte sin carro más por esa pereza que por otra cosa, me he arrepentido muy mucho.

A día de hoy tengo un debate infinito en cuanto al uso o no del carro en según qué momentos. ¿A vosotras os pasa? Pienso en bajar al parque con Olivia y digo el carro ¿para qué? Si el parque está a 2 minutos andando y lo único que voy a hacer es bajar, jugar con ella un rato con ella y volver a subir. Y entonces es cuando empiezo a pensar: “Tengo que coger la botella de agua, las toallitas, un pañal por si acaso, la pelota (que  le encanta), la chaqueta por si refresca (la suya y la mia)…” ¿Y dónde meto todo eso? ¿En el bolso?. ¡Si mi bolso ya va lleno de serie! Que si las llaves, la cartera, el móvil, los pañuelos, y los otros 200 por si acasos que no recuerdo ni que están ahí. Total, que al final acabo bajando el carro, no para llevar a Olivia, sino para bajar las tropecientas cosas que necesito para un rato de parque.

El otro día fui al centro comercial y como me suele pasar, me dio pereza infinita llevarme el carro, cargarlo en el coche y toda la parafernalia que conlleva., Así que me lancé y me fui tal cual, a lo loco. Total, solo tenía que ir a Zara y a comprar un par de cosas a Carrefour. Una cosa ligera.

En mi mente idílica la idea era que Olivia fuese a ratos andando, a ratos en brazos. Todo muy tranquilo y civilizado. Ilusa de mí pensaba incluso, que ella caminaría todo el tiempo en la misma dirección que yo. La realidad fue que Olivia andaba, si, pero de un lado para otro sin control y metiéndose en todas las tiendas. Yo iba sin prisa, pero una cosa es tener tiempo y otra tirarse allí toda la tarde, así que al final me tocó cogerla en brazos y recorrerme medio centro comercial con ella en la cadera. Cuando terminé de hacer todo lo que me había propuesto, llevaba una sudada que ni después de hacer una maratón, y es que ese trajín con el abrigo puesto (no había carro para quitármelo y ponerlo encima, ni sitio donde dejarlo)  y 11 kilos extra en los brazos te hacen quemar calorías a marchas aceleradas. Ni Bikram Yoga, ni nada. Una tarde de centro comercial sin carro y santas pascual.

En resumen, que siempre me parece una idea fantástica ir sin carro, pero después me doy cuenta de que, al menos de momento, me resulta imprescindible, y es que aunque sea un rollazo plegarlo, desplegarlo, cargarlo o móntalo, no soy consciente del servicio que presta y la falta que me hace hasta que no lo tengo.

No obstante, soy de las que tropieza tropecientas veces en la misma piedra y olvida fácil, así que se fehacientemente que el pensamiento de “mejor sin carro” se repetirá en mi mente cada vez que vaya a salir de casa. Ganas de ser una madre “churretosa” que tiene una.

¿Sentís vosotras también ese amor/odio por el carro? ¿Cuándo fueron vuestras primeras salidas sin carro?

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