El chupete es uno de esos factores de la maternidad que tiene sus defensores y sus detractores. Antes de llegar Olivia, nosotros éramos del equipo del NO. Considerábamos que no era algo imprescindible, y que por tanto no había necesidad de crear una dependencia que más tarde iba que haber que hacer desaparecer.

Esta era nuestra visión del antes de ser padres, cuando te planteas tu maternidad y paternidad ideal. Luego viene la experiencia real y es cuando se da la vuelta a la tortilla y pasas de ser un NO a ser un SI. Nos pasó exactamente igual con el tema “pendientes” del que os hablé en un post anterior.

Cuando Olivia nació, nos recomendaron no ponerle chupete hasta que pasase el primer mes y la lactancia materna estuviese perfectamente instaurada. Nosotros que éramos muy guays y teníamos muy claro que no íbamos a usarlo ni al mes ni nunca, nos pareció un consejo que podíamos desechar. Así que se quedó guardado en ese lugar de la cabeza en el que se almacenan cosas que son para olvidar.

Pasaron los días, y nuestra lactancia se iba estableciendo perfectamente. A pesar de las grietas y los dolores, Olivia comía fenomenal, hacía sus tomas y era bastante demandante. Utilizaba la succión no solo para alimentarse sino también para calmarse. En aquel momento yo era una mezcla de biberón y chupete que me gustaba pero en ocasiones me resultaba un poco agotador. Sabía que todo aquello estaba fortaleciendo nuestro vínculo y que formaba parte de esa crianza con apego que tanto me gustaba (y me gusta). Sin embargo había momentos en los que me sentí un poco “utilizada” por mi bebé, todo el día con la teta al aire, fuese de día o de noche.

En ese primer mes, hubo algunos momentos en el que llegamos a plantearnos el uso del chupete. No lo hicimos porque sabíamos que no debíamos aunque en ocasiones me diesen muchas, muchas, muchas ganas. Una vez cumplido el mes, seguimos aguantando, queríamos ser fieles a nuestras ideas iniciales. Además el matrón de nuestro centro de salud era poco amigo de los chupetes y recomendaba no usarlo, así que seguimos un par de semana luchando en las trincheras contra ese momento que irremediablemente acabaría por llegar.

Fue cumplido el mes y medio cuando después de mucho meditarlo, decidimos probar si Olivia lo quería. La razón principal que nos llevó a cambiar de opinión fue la alta demanda de succión de Olivia. Esa succión le ayudaba a relajarse, a no llorar y a largo plazo le ayudó a dormir. Al principio Olivia tardaba casi 3 horas en dormirse por las noches, lo que requería un gasto de energía física y mental importante. No sé si fue el chupete o el tiempo pero poco a poco Olivia fue tardando menos, a día de hoy, en 15 o 20 minutos está dormida (en brazos).

Quiero dejar claro que la introducción del chupete no fue automática. Al principio no lo quería, pero fuimos probando, sin obligarla. Al cabo de unos días, dependía del momento, a veces le encantaba y a veces lo odiaba. Al cabo de poco más de dos semanas Olivia le había cogido el gustillo al chupete y nosotros nos sentíamos algo más “relajados”.

Cuando empezamos con el chupete fuimos probando con varios modelos. Teníamos algunos que nos habían regalado algún familiar, y otros que venían en las canastillas que nos dieron en el hospital o en las clases de preparación al parto. Teníamos chupetes de Nuk y de Suavinex. Los de Nuk fueron los primeros que descartamos porque se le clavaba muchísimo en la cara, le dejaban mucha marca.

De Suavinex teníamos dos modelos diferentes. Unos de cerezas chulísimos y personalizados con su nombre que por algún motivo a Olivia no terminaban de convencerle. Los otros chupetes de Suavinex que teníamos eran el modelo “Fusion” tamaño 2-4 meses. Estos últimos fueron los que más le gustaban a Olivia y los que usamos los primeros meses. Después usamos este mismo modelo en tamaño “a partir de 4 meses”  con el broche a juego y estábamos súper encantados (además de porque a Olivia le iban muy bien, a mí me chiflaban porque son monísimos).

Desde hace cosa de un mes hemos cambiado de chupetes y pasado a usar de una sola pieza de silicona. El motivo es Olivia y sus dientes, o más bien sus “no dientes”. Desde hace un tiempo había empezado a usar el chupete como mordedor y se metía la parte dura de plástico en la boca y la mordía. No nos hacía mucha gracia la idea, sobre todo existiendo un plan B, así que empezamos a usar este otro tipo de chupetes para que pudiese morderlo todo sin problema. Los primeros que tuvimos fueron unos de Chicco, porque no encontramos mucha más opción. Luego descubrimos que Suavinex también los tenía y estos nos gustan más. Son similares, la tetina es del mismo tamaño que la de los “fusión”, pero algo más compactos que los de Chicco.

Creo que este post me ha quedado muy Pro-Suavinex  pero es que es una marca que me gusta (y que no me paga por decirlo, claro está). Me parece que sus productos, en general son de calidad y además con una estética muy cuidada.

No sé cuál será el momento en el que retiraremos el chupete, pero como todavía queda mucho para eso, ya lo plantearemos cuando toque. De momento vamos a seguir intentando usarlo de manera responsable para facilitar la relajación y el sueño de Olivia. No me gusta que se tire todo el día con el chupete en la boca, solo lo justo y necesario, aunque a veces ella lo pide y es inevitable.

La única parte negativa a nivel práctico que he encontrado hasta ahora, es por las noches. Olivia de por sí, ya sabéis que se despierta mucho, y algunas veces lo hace porque se le ha caído el chupete. A veces se lo vuelvo a poner y listo, otras veces hay que recurrir a la teta porque el chupete debe saberle a poco. Aunque como todo, depende de noches, hay veces que lo pide mucho y otras que ni se acuerda. Cosas de bebés.

Con respecto a la esterilización, nosotros lo que hacemos es hervirlos antes del primer uso. Las siguientes veces, si se ensucia o se cae, lo lavamos un poco con agua y nada más. Nuestras madres lo esterilizaban todo continuamente, así lo indicaban los médicos de la época. Ahora las cosas han cambiado y la esterilización no es el A, B, C de cada día.

Esta ha sido nuestra experiencia con los chupetes. ¿Cuál ha sido la vuestra? ¿Las que no lo utilizáis habéis conseguido sobrevivir sin él?

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