Hoy quiero hablar de cómo y cuando, teóricamente, se deben usar cada uno de ellos y de cómo la mayoría de las mamás nos saltamos a la torera ese cómo y ese cuándo. Porque como todo en la maternidad, una cosa es la teoría y otra muy diferente la práctica.

Este post, no es una invitación a saltarse las indicaciones de nuestros pediatras, ni muchísimo menos, pero si quiero invitar a reflexionar sobre como las necesidades de cada bebé son diferentes y a veces hay que escucharles e interpretar sus señales para que todo vaya mejor.

Con respecto a la teoría que voy a plantear, no es algo que yo me saque de la manga, es el resumen de la opiniones de diferentes pediatras y de lo que estos profesionales indican hacer a cerca de la utilización de nuestros cochecitos y portabebés.

Una vez aclarado todo esto, vamos con la teoría. Igual que pasa la crianza en general, cada pediatra tiene su propia opinión con respecto al tema de cómo y cuándo usar el capazo, la sillita y el portabebés. Sin embargo, las indicaciones se pueden resumir de una manera bastante sencilla.

La teoría dice que el capazo se utiliza para los bebés recién nacidos y hasta que cumple los 6 meses. El bebé puede ir dentro del capazo en un saco, o con sus sabanitas y manta, pero debemos de tener cuidado de no abrigarlo en exceso. Obviamente, si hace calor, ni saco, ni mantita, ni nada, que no se nos cueza la pobre criatura. Algunos pediatras marcan como mínimo para realizar el cambio los 4 meses, otros asocian el cambio con la facultad adquirida por el bebé de ponerse sentado, por lo que el cambio puede darse a los 5 o a los 7, dependiendo de cada cual. Como veis, hay diferentes teorías, pero todas rondan en mayor o menor medida los 6 meses.

Una vez hecho el cambio a la silla, poca historia. ¿Hasta cuándo? Hasta que nosotros consideremos necesario y nuestro hijo la necesite. Suele darse antes de los 2 años, pero las necesidades de cada cual son diferentes.

Con respecto al tema del portabebés, la teoría dice, que el bebé puede ir en él hasta los 13 kilos y que se debe usar en periodos máximos de una hora y media, de manera que si hacemos un viaje largo deberemos parar cada cierto tiempo para sacar al bebé y que cambie su posición temporalmente. Esto se debe a que la posición que adopta el bebé dentro del portabebés hace que exista un mayor riesgo de bradicardia, apnea y desaturación de oxígeno. No voy a entrar en que es cada cosa, pero claramente tienen más de negativo que de positivo.

Hasta aquí la teoría, que está muy bien conocerla pero a veces, en la práctica, se hace necesario modificarla. Por eso quiero contaros mi experiencia y como lo hemos hecho nosotros.

Nosotros tenemos un Bugaboo Camaleon3 y un portabebés Pebble de Bebé Confort. Otro día os contaré porque los elegimos y sus cosas buenas y no tan buenas, pero ese es otro post, ahora a lo que vamos.

Olivia ha estado paseando en capazo hasta una semana antes de cumplir los 5 meses. Al principio ella iba genial en el capazo, metida en su saquito resguardada del frío que haya por diciembre, apretaba con ganas. Sin embargo, a partir de los 4 meses, empezamos a ver que estaba más incómoda. Sea por el calor, por el tamaño del capazo o por su “necesidad de verticalidad” Olivia estaba muy inquieta cada vez que salíamos de paseo. Levantaba la cabeza todo el rato, se agarraba al capazo e intentaba levantar su cuerpo. Si a eso le sumas que es una cotilla máxima, creo que el hecho de ir todo el tiempo viendo cielo, empezaba a resultarle un poco cansino. Le quitamos el saco por si el calor era lo que la molestaba, que con este verano anticipado que llevamos viviendo desde hace semanas aquí en Madrid, dentro del capazo tenía que haber un microclima sahariano que no veas. Probamos a abrirle bien la capota para que viera todo lo posible, a darle un poco de verticalidad inclinando el capazo un pelín, pero nada funcionaba, así que unos días antes de cumplir 5 meses hicimos el cambio.

Habrá quien se eche las manos a la cabeza, pero a día de hoy, creo que fue la mejor decisión. Teníais que haber visto su cara el primer día que salimos de paseo con la silla. Pura felicidad. Sonriente, mirándolo todo y partiéndose de la risa, moviendo sus piernecitas y haciendo ruiditos. Cada vez que la montamos en la silla está encantada de la vida porque sabe que nos vamos de paseíto y le encanta.

El cambio lo hemos hecho antes de los 6 meses, pero teniendo en cuenta que Olivia se mantenía, con poca sujeción, más o menos erguida. Si por sus señales hubiese sido, el cambio hubiese sido antes, pero no la veíamos preparada, no nos parecía saludable.

Ahora hemos adaptado la silla a esta época tan calurosa. Hemos cambiado la capota por una de verano, más fresquita y aireada y además hemos colocado una colchoneta para que transpire mejor y poder disfrutar del calorcito al 100%. Y ¿hasta cuando vamos a usar la silla?. Pues no lo sé. En mi mente está usarla lo justo y necesario, sin alargar su uso en exceso, pero todo depende de cómo se sucedan los acontecimientos y evolucionen las necesidades. Os mantendré informados.

Con respecto al uso del portabebés, intentamos utilizarlo lo imprescindible. Desde el principio hemos intentado no abusar de él. Cuando Olivia era más pequeña y nos íbamos de viaje parábamos cada poco tiempo, porque era arrancar y quedarse dormida, así que no había problema en sacarla y estirarla. Conforme ha ido creciendo, hemos alargado los tiempos. Ahora tarda más en dormirse y si llevamos una hora de viaje y se duerme, ¿Se supone que a la media hora tengo que sacarla y que se me despierte, llore, se enfade y demás? Lo que hacemos es esperar un poco, otra media hora, tres cuartos o una hora, todo depende.

Lo que a penas hemos hecho ha sido usar el portabebés como sillita de paseo, pudiendo utilizar el capazo y ahora la silla, y sabiendo que no es saludable, siempre me ha echado para atrás, usarlo con esta finalidad. Quizá algún día en una compra rápida, o en una visita fugaz a algún familiar, pero poco más. Capazo o silla siempre mejor.

Y por último ¿hasta cuando usar el portabebés o Grupo 0? Como os he comentado, los expertos dicen que puede ser usado hasta los 13 kilos. ¿En serio? ¿13 kilos? A mi me da la sensación de que eso es un niño demasiado grande para viajar en portabebés. No puedo evitar imaginarme un niño con las rodillas y las orejas, hecho un “burruño” el pobrecico. Y miro a Olivia, que pesa 7 kilos, doblando su tamaño y lo veo complicado, muy complicado. Sin embargo, veremos a ver, no me he marcado un momento de cambio. Será como con casi todo, cuando lo consideremos necesario.

Y vosotras ¿cuándo hicisteis los cambios? ¿seguisteis la norma u os dejasteis llevar?

promo-image