La bimaternidad está siendo para mi tan satisfactoria como agotadora. Tiendo a juzgar cada cosa que hago, me veo haciendo cosas que juré que jamás haría.
Además siento que soy terriblemente injusta con cada una de mis hijas en según que situaciones, pero no puedo evitar que así sea en prácticamente ninguna de esas circunstancias; porque yo soy una y ellas dos, y aunque lo intenté no llego, casi nunca llego a todo.
Siento que Telma ha llorado más a día de hoy de lo que Olivia ha llorado prácticamente en toda su vida. Y no es que Telma sea una niña llorona ni muchísimo menos; pero si a Oliva podía cogerla en el minuto -1, incluso antes de que comenzase a llorar, a Telma a veces le toca esperar un poquito hasta que voy a cogerla porque como comentaba, ella son dos y yo una, y a veces, sencillamente no me da la vida.
Y eso no me gusta, no me justa ser tan injusta con ella, igual que no me gusta ser injusta con Olivia y enfadarme con ella por cosas que se que solo requieren un poco más de paciencia, paciencia a veces me falta y de la que no es culpable ella sino el cansancio y el agotamiento ya sea físico o mental.
No me gusta esa parte de mi bimaternidad, esa en la que me vuelvo un ogro, esa que no me permite disfrutar de algunos momentos, esa que se aleja muy, mucho, de mi yo como madre. Esa bimaternidad que me hace desear con todas mis fuerzas que llegue la hora de que se duerman para poder tener 5 minutos de descanso para mi, o aquella en la que soy más permisiva de lo que me gustaría con tal de no escuchar rabietas.
No obstante, esta bimaternidad ha traído cosas muy positivas, y en contra de lo que pudiese parecer, está siendo mucho más fácil de lo que me imaginaba.
A pesar de todo lo comentado anteriormente, disfruto mucho de ellas, dan luz a cada día y me han hecho ser una persona mucho más positiva. Tengo tanto que agradecer por tenerlas que lo bueno siempre pesa más que lo malo.
Me encanta despertarme con las dos, con Olivia a mi izquierda diciendo su “hola Mamá” de cada mañana y con Telma a mi derecha mirándome fijamente. Se me encoge el corazón cada vez que Olivia le da un beso a su hermana, le habla con vocecita suave y le dice “bonita” o se ilusiona a más no poder porque Telma le sonríe o le coge el dedo.
Tengo mucho por aprender para ser una mejor bimadre, pero se que ellas me enseñaran, y espero poder o saber compensar mis errores con mucho amor, que de eso tengo para dar , tomar y regalar.