Hay cosas en mi experiencia con la maternidad en las que dudo de cómo quiero o debería hacerlas. En cambio hay otras muchas que siempre tuve, o más bien, tuvimos claras. Una de las más importantes siempre ha sido dejarla ser ella misma, no forzar, no condicionar, dejarla forjar su personalidad y en parte creo que lo estamos consiguiendo. Es difícil porque aún queriendo dejarla que sea ella misma hay comportamiento que debemos corregir. Una cosa es que tenga su personalidad y otra que esté asalvajada. No obstante, dentro de unos límites lógicos procuramos dejarle libertad.
Olivia es coqueta, es presumida y me sorprende mucho como desde muy pequeña ha tenido esa faceta muy marcada. Desde siempre se pone muy contenta cuando le dices que está guapa y mueve las manos de una manera muy graciosa para reafirmar esa coquetería. No le hemos enseñado a ponerse todo lo que pilla a modo de pulsera , ni a que venga a buscarnos para enseñarnos lo bien que le queda cuando se pone, por ejemplo, un pañal que hace las veces de sombrero.
Hay cosas que son innatas, estoy convencida. En cierto círculos se critica mucho que condicionemos a nuestras niñas poniéndoles pendientes o vestidos que les determinan en su camino a la igualdad, pero ¿y si es su elección?. Como es obvio Olivia hasta ahora no ha elegido ponerse un vestido u otro, pero si ha sido capaz de transmitirnos lo cómoda y contenta que se sentía llevándolo puesto.
A día de hoy aún más. Baila y mueve su vestido al ritmo de la música. ¿Y quién le ha enseñado eso? Nadie. Le encantan sus sandalias con pompón y se las enseña a todo aquel con el que se cruza en su camino, al vecino del quinto o la cajera de supermercado. ¿Y quién le ha enseñado eso? Nadie.
Me sorprende la capacidad no adquirida de saber y tener actitudes de manera innata, una mini personalidad apabullantemente maravillosa de la que nosotros solo deberíamos ser participes y acompañantes. Y si, le encantan los vestidos, pero también dar patadas a la pelota y además se le da genial.
No condicionemos, dejemos hacerles lo que les gusta de manera innata. No forcemos, no obliguemos.
Ayudémosles a ser generosos pero tampoco deben compartirlo todo siempre si no quieren, los adultos tampoco lo hacemos (este tema me da para otro post). Si quieren bailar que bailen, y si no son de bailar pues no lo hagan. Si les gustan las muñecas que jueguen con ellas y si les gustan los coches, pues que jueguen con los coches.
Pero ojo, no obliguemos, que en este actual camino a la igualdad a veces perdemos el norte y he visto a madres que no quieren que sus hijas jueguen con muñecas para no introducirlas desde pequeñas “en el sistema patriarcal actual”, y quizá me meto donde no me llaman, pero no, esto no señoras, esto no. Niñas y niños libres de elección y con personalidades forjadas de manera positiva es lo que necesitamos.